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25.6.13

LA VIDA SEXUAL DESPUÉS DE UN CÁNCER DE MAMA





NO ES EL FINAL DEL EROTISMO
La vida sexual después de un cáncer de mama
MARÍA VALERIO

   "El médico te dice, estás curada y ya está. Pero no es así. Es entonces cuando empieza una nueva etapa". Ésta es la visión de una de las miles de españolas que han superado un cáncer de mama, 'supervivientes' que tienen que afrontar el reto de vivir sin uno o ambos pechos, en una sociedad plagada de escotes. "Nos movemos en un mundo en el que parece que es imprescindible tener dos tetas para ser atractiva", dice Ana, una de estas mujeres que tuvo que enfrentarse a una nueva visión de la vida, del sexo, de su propio cuerpo... Estos son sólo algunos testimonios de gente que, como ella, celebrará el Día Mundial del Cáncer de Mama con el sentimiento de quien ha ganado una batalla. Se trata de historias reales bajo nombres ficticios.
Esperanza tenía 37 años cuando los médicos le diagnosticaron un cáncer de mama, estaba casada y tenía una hija. Con casi dos años de retraso desde que sintiese por primera vez la aparición de un bulto sospechoso, y después de un largo periplo por varios médicos "que no veían nada malo", entró en el quirófano para que le extirpasen un tumor en el pecho, y con ello, una de sus mamas. Tenía miedo, pensó que su vida corría peligro y aceptó la decisión sin dudarlo, "me fui a la opción más rápida, no me planteé buscar una segunda opinión. Hoy sí lo hubiese hecho". 

   Fue al darle el alta cuando se derrumbó. "Oyes hablar de la enfermedad, sabes de gente que le ha pasado, pero nunca piensas que te va a tocar a ti". Y recuerda con horror la primera vez que se vio frente al espejo, esa especie de prueba de fuego para todas las mujeres mastectomizadas. "Ésta no es precisamente una operación de cirugía estética, yo tenía nada menos que 46 puntos de sutura", relata. 

   Además de su nuevo perfil, tuvo que lidiar con una situación completamente desconocida para ella. Critica, enfadada, la falta de información por parte de sus médicos y de la gente que la atendió. "A mí nadie me dijo cómo salir a la calle, ni cómo ponerme el sujetador, ni siquiera qué prótesis podía utilizar", cuenta Esperanza, hasta que se decidió a visitar una ortopedia. Fue allí donde comenzó una nueva vida, en la que tuvo que acostumbrarse a vivir con una espuma postizaen el lugar que antes ocupaba su pecho. "El hecho de tener que cambiarla constantemente, cuidarla, ponérmela para ir a la piscina, quitármela... supuso para mí un verdadero trauma". 

   Se reconoce afortunada por el apoyo de su marido. "Pasé una temporada bastante mala, el tratamiento con hormonas me quitaba el apetito sexual, y yo me sentía fatal por él. Pensaba: 'se va cansar de esta situación y no lo va a soportar". Sin embargo, él lo 'soportó', hablaron de lo que uno y otro sentía, de lo que les apetecía y, un día, de repente, notó un cambio, "se te va despertando algo que estaba dormido". Esperanza se sabe afortunada, "otras no reciben tanto cariño de sus parejas como el que yo tuve". De hecho, los problemas sexuales afectan a cerca del 40% de las mujeres operadas de cáncer de mama. Pese a que existen pocos estudios al respecto, la inseguridad, el temor a ser rechazada, la falta de deseo o la incapacidad de sentir placer, son cuestiones harto repetidas entre estas pacientes. Muchas de ellas se quejan de falta de información, de la poca atención que su oncólogo prestó a este tema, de la sensación de que el sexo sigue siendo tabú... 

   En su caso, su marido le dijo incluso que no era necesario que se sometiese a una reconstrucción; "pero no lo hago por ti, sino por mí", le respondió ella. De aquello hace ya seis años, y hoy está encantada. Ha terminado la carrera de Turismo que empezó a estudiar antes del diagnóstico, aprobó unas oposiciones y ahora ve las cosas de otra manera. "Me cuido más, hago cosas que me gustan, sé que si no lo aprovecho ahora no tendré nuevas oportunidades", sentencia. Sólo tiene un consejo para las mujeres que estén pasando por la misma situación que ella, "que hablen, que se comuniquen". Su lema es: los demás no pueden adivinar lo que tú estás pensando.


SEXO TRAS UN CÁNCER
'Incluso pude ponerme bikini'
MARÍA VALERIO
     
   Inmaculada aún tiene miedo de volver a pasar por el quirófano. Hace apenas un año y medio que le extirparon un pecho y todavía no se decide a pensar en la reconstrucción. De hecho, para ella, fue peor la pérdida del cabello provocada por la quimioterapia que la propia visión de su torso mutilado. "Yo siempre he sido alta y delgada, pero los fármacos quimioterapéuticos me hicieron engordar, y yo no me acostumbraba a mi nueva imagen", relata.
Este nuevo aspecto le hizo sufrir una pérdida de la autoestima que ni siquiera las palabras de su marido lograban confortar. "Nada de lo que él me decía lograba terminar con el rechazo hacia mi cuerpo", recuerda. Por eso, era ella quien rechazaba mantener relaciones sexuales, hasta que, poco a poco, y coincidiendo con la reaparición del cabello, las cosas fueron volviendo a su sitio. "Tengo 55 años y mi vida sexual ha pasado por numerosos altibajos, evidentemente mi apetito sexual no es el mismo ahora que cuando tenía 30 años", confiesa. 

   La psico-oncóloga del Hospital Gregorio Marañón (Madrid), María Die Trill, explicaba recientemente en un encuentro digital celebrado en 'elmundosalud.com' que el problema del rechazo hacia uno mismo era muy frecuente en estas pacientes. "Muchas de estas mujeres temen ser rechazadas y evitan tratar el tema de la sexualidad con sus parejas", aclaraba, "pero lo único que se consigue con ello es evitar que la relación fluya normalmente, no sólo en el sentido puramente sexual, sino también en el emocional". Su consejo es que hablen con su pareja, que aclaren qué está interfiriendo en sus relaciones sexuales. 

   Cuando llegó el verano, Inmaculada pensó que sería absurdo ir a la playa, no se sentía cómoda. Sin embargo, pronto descubrió que incluso podía usar los bañadores del año anterior, bastó con adaptarles un pequeño relleno de espuma casero, "incluso pude ponerme biquini" asegura orgullosa. En todo ello tuvo mucho que ver el apoyo de la familia. Su marido y sus tres hijos la arroparon, y fueron también ellos los primeros en verla en 'topless' en la piscina de su casa. 

   Para la antropóloga y comadrona Pilar Ferrer, profesora en la Universidad de las Islas Baleares (UIB), todo este tipo de problemas proceden de una mera concepción cultural. "Con la mastectomía se les quita una parte fundamental de su anatomía femenina, culturalmente la que tiene un mayor significado erógeno", explica. En su opinión es necesario hablar, "alguien debe explicarles a estas mujeres que la medicación puede hacerles perder el deseo sexual, pero que éste luego volverá". Que sepan que no son raras, ni las únicas que pierden la libido. Por eso recalca la importancia de sentirse mujer y saber que no todo está perdido. La metáfora que utiliza para explicarlo es la menopausia, "mientras que para unas supone una verdadera liberación, sin menstruación y con una nueva vida sexual por delante; para otras, se convierte en todo un quebradero de cabeza". 


SEXO TRAS UN CÁNCER
'Él siguió diciéndome siempre que estaba guapa'
MARÍA VALERIO

   Ana tenía 33 años y dos hijos pequeños en el momento del diagnóstico. Había comenzado a sentir un bulto en el pecho y a su ginecólogo no acababa de gustarle. A pesar de que las pruebas no mostraban nada malo, el bulto creció de dos a seis centímetros rápidamente y Ana terminó en el quirófano. Tres semanas después de la intervención en la que le extirparon la tumoración para analizarla, vio el diagnóstico: carcinoma de mama. "La primera impresión fue: me voy a morir", cuenta, "mis hijos se van a quedar sin madre desde tan pequeños [tenían ocho y cinco años]". Pensó que no merecía la pena sufrir, ni recibir quimioterapia, ni pasar por el quirófano para extirparse la mama si, como ella creía, iba a morir de todos modos.
Mientras los especialistas hacían los análisis y pruebas necesarias para comprobar si había o no metástasis, pasó lo que recuerda como "la semana más angustiosa de mi vida", hasta que su oncólogo le dijo que la enfermedad no se había extendido. "Entonces empecé a pensar que podía curarme". Gracias a los ánimos de su médico afrontó la mastectomía con esperanza, era un trago duro "pero por la enfermedad en sí misma, no porque me plantease siquiera que iba a perder un pecho". Asegura incluso que tenía tanto miedo a que el tumor pudiese reaparecer que pensó en quitarse los dos pechos en la misma intervención. Finalmente no lo hizo, pero la idea sigue rondándole la cabeza: "Supongo que no me fío, y pese a que nadie me lo ha aconsejado médicamente, creo que finalmente voy a decantarme por esa opción". 

   La relación con su propia mama estaba vinculada directamente a la enfermedad, por lo que verse libre de ella supuso un verdadero alivio. Nunca se había planteado qué podría pensar su marido de aquello hasta que alguien se lo preguntó en una sala de espera, su respuesta fue tanjante: "Si le importa tendrá que marcharse de casa". Ana asegura que ni se le había ocurrido que podía afectarle, "pero en ese momento, cuando me lo preguntaron directamente, pensé en él y entonces le consulté". De todos modos, responde sin dudar, que nunca hubiese titubeado a la hora de tener que elegir entre su propia supervivencia y la opinión de ningún hombre. 

   "El siguió diciéndome siempre que estaba guapa", relata, y pronto reanudaron sus relaciones sexuales, aún cuando estaba bajo tratamiento con quimioterapia. "Creo que incluso eran más satisfactorias que antes, porque en esos momentos vives mejor el día a día", añade. "En ningún caso dejé de sentirme mujer", dice ahora, y se reafirma en su idea de que la fuente de feminidad está en el cerebro y no en el pecho. De todos modos tiene claro que el hecho de que su relación matrimonial no estuviese basada en el físico facilitó mucho las cosas. 

   La experiencia de la antropóloga Pilar Ferrer con estas pacientes a través de la Asociación de Mujeres Afectadas de Cáncer de Mama de Mallorca (AUBA) le ha demostrado que, precisamente, lo más importante es empezar por quererse a una misma. "El diagnóstico de esta enfermedad es muy duro, se produce una situación de crisis, y cuando además hay que extirpar una mama, estas pacientes ven su imagen corporal por los suelos", añade. Cada persona afrontará su nueva situación de manera diferente, según como fuese antes del diagnóstico. Algo que puede extrapolarse también a sus relaciones sexuales, "si antes tenían problemas con su pareja, el cáncer no hará más que empeorar algo que ya existía", 'no hay sexualidades únicas' viene a decir. 

   Un año después de la mastectomía, Ana volvió a entrar en el quirófano para que le reconstruyesen la mama extirpada, con un implante de silicona. Sintió entonces que se cerraba un círculo en su vida. "Esta nueva operación formaba parte de mi curación", suponía librarse de una vez de la maldita prótesis. Y pronto notó que su nueva fisonomía incluso cambiaba su manera de andar, recuperó los escotes, tal vez porque, "aunque yo misma no lo decía, me sentía un poco incompleta, me faltaba una parte de mí". Una parte que ahora ha recuperado. 


Fuente:elmundo.es



Fotografías pertenecientes a la colección: "Mujeres Mastectomizadas de Toni Balanzà". Estas fotografías se realizan junto a las sesiones de estudio para el Calendario Solidario 2013 de la Asociación Caminamos Juntas, el cual dedica todos los beneficios a la fundación del equipo de investigación de la doctora Ana Lluch del hospital Clínico de Valencia, pionero en la investigación del cáncer de mama en mujeres jóvenes. 
Modelo: Beatriz mujer mastectomizada

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