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23.8.13

SEXO EN LA TERCERA EDAD

Sin Fecha de caducidad...

   y por supuesto sin cerrarse a tendencias.



Tendemos a considerar que nuestros abuelos son ajenos a la sexualidad, pero los medios científicos insisten en que no debemos pensar así, porque la afición por el sexo nunca se pierde. ¿Qué sabemos realmente sobre el sexo en la tercera edad?



Mucha gente cree que los deseos sexuales desaparecen con el paso del tiempo, y cuando se alcanza la ancianidad. Quizás por eso las residencias donde se alojan miembros de la tercera edad o los domicilios compartidos donde se alojan (con los hijos, por ejemplo) no suelen tener en cuenta sus necesidades de intimidad para mantener actividades sexuales; lo que es fuente de callada frustración para ellos.

Es cierto que prevalece entre sus cuidadores la idea de la prevención y la necesaria vigilancia para atenderles con urgencia en caso necesario. Pero esa actitud, loable, resulta nefasta para la intimidad y para mantener relaciones sexuales.


Falta de intimidad

Porque, habrá que repetirlo una vez más, no es real que los ancianos carezcan de sexualidad, que no tengan intereses e impulsos sexuales, ni tampoco es cierto que no mantengan actividad sexual.


Unas tres cuartas partes de ellos conservan su interés por el sexo y sienten deseos sexuales espontáneos a los que les gustaría satisfacer hasta bien entrados en años. Pese a todo, se tiende a rechazar esta realidad.

En nuestros tiempos aún persiste la imagen del 'viejo verde' aplicada a aquellos ancianos varones que muestran algún interés sexual. Y las palabras que se aplican a las mujeres ancianas interesadas por el sexo no son reproducibles en un medio público como este.
Superando mitos
Peor aún, el sexo, como una actividad propia y apropiada de las personas mayores, es objeto de actitudes francamente negativas entre sus cuidadores, que son las personas que se encuentran más próximas a ellos. Y tales actitudes negativas tienen, por otra parte, características diferenciales.
La masturbación ocupa un lugar destacado entre las actividades sexuales de las mujeres ancianas.
No se desaprueba lo mismo en las mujeres que en los hombres mayores. Se ha comprobado que, sea cual sea el sexo de los cuidadores de los ancianos, todos sienten cierto rechazo ante la idea de que una persona mayor mantenga alguna actividad sexual.


Pero ven con peores ojos que un varón se masturbe a que practique el coito (viejo verde); mientras que se adopta la actitud contraria para las ancianas, contemplándose con mayor benevolencia que se masturben a que practiquen la cópula (decoro, ante todo).

Actividad sexual en datos
Pero una cosa es tener deseos sexuales y otra ser activos sexualmente. Cerca de un 60% de los ancianos lo son; algo más las mujeres (53%-61%) que los hombres (45%). La principal razón para que un anciano de cualquier sexo no mantenga actividades sexuales son los problemas de salud, no su interés real.


Los ancianos masculinos sexualmente inactivos lo son porque tienen problemas con la erección (e ignoran que se puede estimular el pene sin erección e, incluso, llegar al orgasmo sin alcanzarla); las mujeres que no son sexualmente activas argumentan que lo son por falta de deseo.

Y conviene diferenciar entre mantener actividades sexuales y practicar la cópula. No es lo mismo. Si de coito se trata, hay más mujeres ancianas que argumentan su ausencia porque carecen de pareja (enviudan más pronto que los hombres), por problemas de salud de sus compañeros varones (disfunción eréctil), o por su propia salud, que tiende a impedir la adecuada lubricación vaginal, obstaculizando sus coitos y desmotivándolas, con el tiempo, para intentarlo.
Entre los ancianos que son activos sexualmente, se ha comprobado en diferentes investigaciones que la actividad sexual más frecuente entre los varones ancianos es precisamente la cópula, pero entre las mujeres, es más frecuente (e inconfesable) practicar la masturbación.
Existen otras diferencias entre la sexualidad de los hombres y las mujeres ancianos respecto a otras etapas de la vida anteriores. Así, existe una mayor incidencia de caricias y besos en ambos casos, a lo que se añade que los hombres reducen progresivamente la frecuencia de sus orgasmos, sea cual sea el método de obtención, mientras que las mujeres reducen la frecuencia de sus coitos, pero mantienen el mismo ritmo de masturbación que tuvieron en la etapa adulta.


Fuente: JESÚS RAMOS (PSIQUIATRÍA-SEXOLOGÍA)

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