Los enredos de alcoba de los poderosos
(Cuarta Parte)
Cuarta entrega con algunas de las anécdotas más picantes de
todas las épocas y lugares en las que están implicados emperadores, reyes,
generales, consejeros, ministros y toda clase de poderoso.
El Papa enmascarado: Lucrecia Borgia (1480-1519),
considerada como una de las mujeres más audaces del Renacimiento italiano,
cometió incesto con su propio padre, el Papa Alejandro VI, antes Rodrigo Borgia
(1431-1503). Durante una fiesta de disfraces, Lucrecia, ataviada sólo con una
enorme máscara de plumas y pedrería y un collar perteneciente a la amante de su
padre, llamó la atención de un galán enmascarado. Consumado el acto sexual
ambos se quitaron las máscaras, y aunque se sorprendieron al descubrirse, no
les importó seguir adelante.
Monumental estatua dedicada a Gengis Kan en Zonjin Boldog, cerca de Ulan Bator.
Una duda razonable: El temible azote mongol Gengis Kan,
nombre por el que es conocido Timuyin (1167-1227), jamás pudo saber si su hijo
Ogodei que tuvo con su princesa-esposa Burte, era realmente suyo o de un rival
que había secuestrado por unos días.
Cubierto con plumas: En la Francia del siglo XVI, el tenedor
era considerado un utensilio afeminado. Esto se debe a que este cubierto empezó
a ser utilizado por Enrique III, que era homosexual.
Luisa María de Orleans
Colorín colorado: Cansada de las infidelidades de su esposo
Leopoldo I de Bélgica (1790-1865), Luisa María de Orleans (1812-1850) tuvo por
amante a Geza Matacic. Al enterarse, el rey se divorció inmediatamente de ella,
la declaró loca y la mandó hacer encerrar. Geza, que fue un amante fiel, logró
rescatarla cuatro años después de la separación.
Modesto incesto: Piotr Ilich Tchaikovski (1840-1893), uno de
los músicos más destacados del siglo XIX, era un guapo homosexual que tuvo una
relación incestuosa con su propio hermano, Modesto.
Hechizo real: Para ocultar su infertilidad, el rey de España
Carlos II (1661-1700) anunció públicamente que su esposa María Luisa de Orleans
(1662-1689) no podía tener hijos porque estaba embrujada. Pero, en verdad, se
cree que los sucesivos matrimonios consanguíneos de la familia real produjeron
la esterilidad de Carlos, y la Guerra de Sucesión Española.
Un pesado hasta la muerte: Después de dos años de matrimonio
estéril, Lotario II (835-869), rey de Loratingia, decidió separarse de su
esposa Tetberga, para unirse a su concubina Waldrada, quien había dado a luz un
hijo suyo. Como Tetberga decidió no concederle el divorcio, Lotario la acusó de
incesto con su propio hermano, pero ella demostró su inocencia con ordalías,
las pruebas a las que se somete el acusado para demostrar mediante rituales su
inocencia o su culpabilidad. Entonces, el rey puso en marcha su Plan B, que
consistía en encarcelar a Tatberga hasta que declarase que quería ingresar
voluntariamente en un convento. Pero los obispos no estaban a favor de la
disolución del matrimonio. Lotario activó el Plan C: mediante torturas y todo
tipo de coacción logro que la reina se autoinculpara ante la Asamblea
Lotaringia no sólo el haber cometido incesto, sino también que éste fue una
relación inter femora (con penetración) que culminó en un embarazo y posterior
aborto. Tetberga fue condenada a penitencia pública, pero la solicitud de
divorcio fue pospuesta para ser consultada por los expertos en Derecho
Canónico. Mientras tanto, Tetberga apeló al Papa Nicolás, que accedió a enviar
dos delegados para que intervinieran. Pero el rey sobornó a los nuncios,
consiguió anular el matrimonio y coronar a su amada concubina. Furioso con el
resultado de la gestión de sus emisarios, el pontífice convocó a un sínodo en
Letrán y logró que se anulara el divorcio. En 865, la ex reina regresó junto a
Lotario, quien un año después volvió a presionarla para lograr la disolución
sobre la base, ésta vez, de que ella era estéril y que quería entrar en un
monasterio. El Papa advirtió al rey que, aunque Tatberga tomara los hábitos, él
no podría casarse con otra mujer. El conflicto terminó con la muerte de Lotario
cuando volvía a su casa de Roma, donde en 869 había obtenido la absolución del
nuevo Papa Adriano II.
Carlos Berdún, periodista y profesor de historia.
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