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29.3.13

Utopía, mi lugar favorito.




   Me gustaría que todo fuese más sencillo.

   Me gustaría vivir en Utopía, un lugar donde sabes lo que quieres. Y al buscar a alguien que encaje contigo no te mienta, no existan intenciones bajas y ruines. Simplemente que se dejase fluir la verdad.

   Que la búsqueda de aquello que deseas no se viese empañado por tantas cosas que en el mudo real lo empañan.

   Donde no apareciesen príncipes de cuero negro, montados en sus motos, prometiendo te una atención, cuidado e incluso amor que no están dispuestos a dar.

   Ni princesas que esperan príncipes que las salven. Si no, mujeres fuertes y resueltas que rescatan príncipes en apuros

   Me gustaría vivir en un lugar donde el Respeto de verdad se respetase. Se supiese aplicar dicha palabra, empezando por un@ mism@ y hacia los demás. 

   Un lugar donde las personas tuviesen principios, no se vendiesen al mejor postor. No se aprovechasen de sus puestos o cargos, no sacasen un beneficio personal de ello.

   Donde las mujeres fuésemos personas, reconocidas como tales, sin importar nuestro sexo, religión o color de piel.

   Un sitio donde la libertad imperase. La real, la que dejase a cada individuo realizarse libremente.

   Donde el hecho de pensar u opinar de forma distinta, no fuese motivo de perdida de libertad.  Donde se respetase el libre pensamiento y la vida sobre todas las cosas.

   Donde las personas nos fundiésemos con la naturaleza sin destruirla y con el resto de los animales que habitan el planeta.

   Donde la esclavitud fuese algo elegido por la persona en cuestión.

   Donde cada cual disfrutase se su sexualidad de forma libre y consensuada. 

   Que no existiese la hipocresía..... la envidia....... los egos desmedidos...... los celos........ el odio y tantas y tantas otras cosas.

   Y sobre todas las cosas se respetase la INFANCIA. Esa que si te roban jamás te devolverán. Generando personas con heridas imborrables e irreparables. 


Utopía mi lugar favorito, ese que en mis sueños visito.






Bucanera

El sexo en la historia (6° Parte)



Los griegos ya lo inventaron
(3ra. parte)


   Grecia fue la cultura que más ha influenciado al mundo occidental. Sin embargo aún hoy para ciertas personas extremadamente conservadoras las costumbres sexuales de este pueblo son un tema tabú. Si bien las sociedades occidentales han aceptado respetar la libertad sexual para la gente homosexual y en general una liberación sexual femenina, estos informes buscan contribuir a a abrir la mente de algunas personas, que sepan que lo que ellos consideran "inmoral" o una "depravación de la sociedad" ya en Grecia eran comunes y aceptados por la gran mayoría de gente (sobre todo, los más educados y sabios).


 
 La amazona Hipólita poseía un ceñidor
de maravillosos poderes, regalo de Ares,
 padre de las amazonas. Admeta, la hija de
Euristeo, deseaba fervientemente dicho
 ceñidor, se le encargó a Heracles la tarea de
conseguirlo,  siendo así su noveno trabajo.


   Con el cinturón, o sin él: Un elemento erótico de la vestimenta femenina, comparable a las ligas o al portaligas moderno, era el ceñidor, un cinturón que resaltaba la figura corporal y, en ciertos casos, disimulaba los rollitos. Los poetas utilizaban la metáfora "soltar el ceñidor" para referirse a la pérdida de la virginidad, cosa que sólo debía suceder después del matrimonio (en las niñas bien). Las jóvenes espartanas, igual que las demás griegas, se conservaban hasta las nupcias, aunque, mientras llegaba el momento, disfrutaban de otros tipos de prácticas sexuales sin penetración.

Ante el tocador: Sólo las mujeres de clase y las prostitutas se maquillaban. Las humildes y esclavas no tenían dinero ni tiempo para ponerse delante de un espejo.

 
 Cortesana y su cliente,
peliké ática de figuras
rojas de Polignoto,
 c.430 a. C.

   La dama de los aromas: Los griegos, tal vez influenciados por los orientales, se aficionaron al uso de perfumes y los utilizaban con diferentes propósitos. En Referencia a una prostituta fina (Ateneo, IV, 229 aC) puede leerse lo siguiente: "Se perfumaba la piel para atraer a los amantes y rociaba las piernas con nardo de Tarsos y metopión de Egipto. Recubría sus axilas con menta y sus cejas con mejorana de Cos y sahumaba su cabellera con incienso. El ungüento de Chipre corría entre sus senos y el licor de rosas de Feselis perfumaba su nuca y sus mejillas. Se aplicaba esencia por la cintura antes de entregarse por cien dracmas".

   ¡Esos pelitos que sobran!: A los hombres griegos les gustaban las damas depiladas. A las mujeres helenas les resultaba difícil  complacer a los galanes, ya que por naturaleza eran muy velludas. La depilación entonces era un suplicio. Para despejar el monte de Venus, las piernas, los brazos y las axilas se usaban diferentes métodos: aplicaban ceniza caliente, quemaban ligeramente el vello con la llama de una lámpara, mitigando las quemaduras para una esponja húmeda, y las más finas, arrancaban los pelos con pinzas. No obstante, la mayoría optaba por la navaja de afeitar, una pieza de tocador de uso exclusivo para las mujeres y para los sodomitas pacientes (homosexuales pasivos), que también se depilaban.
 
 Cerámica datada entre el 480 y el 470 aC

   Mito y realidad de la pederastía: En la época clásica, la pederastía institucionalizada era propia de las clases aristocráticas, principalmente de Esparta y Creta. También era frecuente en los ejércitos y en los círculos más elitistas de Alejandría, Cos y Atenas. En cualquier caso, el amante adulto, o erastés, se hacía cargo durante un tiempo del adolescente, el erómenos, para su completa instrucción moral y militar. Entre ambos se establecía un cortejo que seguía reglas definidas y cuyo alcance es debatido aún hoy por los especialistas. Para algunos se trataba de un amor platónico que no iba más allá de la amistad, y para otros de una relación sodomítica.

Éstas son algunas curiosidades relacionadas con la mitificada pederastía griega:

   Parece ser que su práctica se remonta a la Grecia arcaica: en Creta el joven era raptado previo aviso por el erastés en un secuestro ritual. Si ambos eran de la misma clase social, los familiares del erómenos fingían perseguir al raptor, pero si el joven pertenecía a un sustrato inferior, el muchacho podía ser secuestrado de mala manera. El adolescente recibía de su amante una verdadera educación que se complementaba con la convivencia en el círculo de amistades del erastés. Primero era conducido al andreion -una especie de comedor comunal- del incitador, para luego irse juntos al campo, donde vivían durante dos meses en una suerte de luna de miel. A la vuelta el efebo era solemnemente recibido y su amante le obsequiaba tres regalos: una copa, un buey y una armadura. desde entonces era su escudero.

   La edad promedio de los jóvenes seleccionados era de 12 años, en principio no por su belleza, sino por sus aptitudes; y se los consideraba demasiado maduros a los 18. Incluso eran descartados los púberes a los que se les adelantaba la aparición del vello corporal y el cambio de voz. Según Plutarco, el propio Solón, amante de Pisístrato, ensalsó el amor a los imberbes de la siguiente manera: "Amarás a los muchachos hasta que sus pelos escasos cubran su barba. hasta entonces gustarás de su dulce aliento y de sus muslos".

   Los adultos que preferían relacionarse con jóvenes de mayor edad -boúpais- eran socialmente despreciados, tildados de pervertidos y de sodomitas pacientes, y también se los conocía peyorativamente como philoboúpais.

   Muchos adultos deseosos de carne joven iban a la palestra o al gimnasio comunal para contemplar el cuerpo in púbirus de los adolescentes. Se los conocía popularmente como paidopípes, es decir mirón de muchachos. Para evitar situaciones comprometidas, la ley Bórea del siglo II prohibió el acceso a los gimnasios e incluso merodear por sus alrededores a los ciudadanos de edades comprendidas entre la mayoría de edad y los 25 años, que eran llamados meniskoi.

   En el mundo castrense, el esrastés y su efebo sellaban antes de la batalla un juramento por el cual se comprometían a luchar con honor y asistirse mutuamente durante la lucha.

   Los socráticos pensaban que un ejército invencible sería formado por parejas de amantes varoniles, una situación que sucedió de hecho en el batallón selecto de Górgidas, que Pelópinas convirtió en sagrado y al que debió Tebas su fugaz hegemonía.

   Aunque todo esto estaba legislado, el orgullo viril y los celos creaban, a veces, grandes problemas políticos, como el que organizaron en el año 514 aC Aristogitón y su amado Armodio, que estaba asediado por Hiparco. Es el caso también de Antileón, que mató al tirano Hiparnio; y el de Caritón y Melanipo, que conspiraron contra Fálaris de Agrigento.

   Cicerón al describir las costumbres espartanas indica que se esperaba que los intercambios amorosos ocurrieran justo antes de la consumación: «Los lacedemonios permiten todas las cosas a excepción de la atroz hybris en el amor con los jóvenes, ciertamente distinguen lo prohibido de lo permitido con una fina línea de separación y permiten abrazos y tocamientos a los amantes.» Sin embargo los atenienses, enemigos de los espartanos, llamaban a la sodomía «el estilo lacedemonio» que ha llegado hasta hoy con la expresión el vicio lacedemonio. Las fuentes literarias son incluso más subidas de tono, especialmente en la comedia antigua. Por ejemplo Aristófanes en su obra La paz, parodia el rapto de Ganímedes por Zeus convertido en águila, hay un personaje cabalgando sobre un escarabajo pelotero hacia el Olimpo, una burla escatológica del sexo anal. Algunos historiadores modernos han concluido que probablemente dependería de cada pareja que las relaciones sexuales fueran completas o no.


   Múltiples teorías intentan explicar el origen de esta tradición. Una escuela de pensamiento, representada por Bernard Sergent, sostiene que el modelo de la pederastia griega evolucionó a partir de los ritos de paso a la edad adulta indoeuropeos, los cuales a su vez tenían sus raíces en las tradiciones chamanísticas neolíticas. ‎ Según otra explicación, expuesta por académicos ingleses como William Percy, la pederastia surgió en la antigua Creta alrededor del año 630 aC como un medio de controlar la natalidad, retrasando la edad promedio del matrimonio de los hombres hasta la treintena. Otra teoría explica la pederastia desde el punto de vista que tenía la aristocracia masculina griega sobre los sexos: los griegos se consideraban como una raza ilustrada, pero no incluían a las mujeres en tal definición. Por lo tanto, sólo podían establecer una relación amorosa entre iguales con otro hombre igualmente ilustrado.


Carlos Berdún, periodista y profesor de historia

Los celos




............son una lacra. Producen incontables sufrimientos en las parejas, pérdida de libertad física y psicológica, violencia, separaciones y divorcios. Los celos no son, como algunos creen ingenuamente, "muestras de amor", sino todo lo contrario, la evidencia de la falta de amor o, como mucho, el cáncer que lo paraliza y destruye lentamente. No importa si los celos son "fundados" o "infundados" (¿dónde está la línea divisoria?), sino su intensidad. Cuanto más fuertes y perturbadores son, más demuestran la condición neurótica del celoso. Pues los  celos -como la rabia, el miedo, la envidia, la tristeza,  etc.- no son evidentemente sentimientos "causados" por el comportamiento de los demás, sino un síntoma del propio desequilibrio personal frente a tal comportamiento.

   Los celos intensos son, pues, un síntoma neurótico. ¿Un síntoma de qué? Podemos enumerar diferentes posibilidades:

1) Carencia amorosa infantil. Las personas que han  sufrido mucha falta de cariño, que tienen un hambre antigua de amor, se aferran desesperadamente a sus parejas, sienten pánico de perderlas, y de ahí sus celos. Éstos expresan un claro miedo al rival, un horror a la pérdida del amor.

2) Narcisismo. La persona narcisista necesita "poseer" a su pareja para sentirse adorada, fuerte, superior; para ella, el amor no es un diálogo, sino una defensa, un signo de poder personal. Por eso, sus celos expresan un miedo a perder el poder, a ser herida en el propio orgullo, a ser humillada, Y, por lo mismo, también indican su envidia del posible rival, al que sentiría vencedor y más poderoso.

3) Inseguridad. Las personas inseguras, con baja autoestima, o que sienten que su relación de pareja es frágil o incierta, sienten el continuo temor de ver confirmadas sus sospechas y que todo desaparezca en cualquier momento. Sus celos significan: "no valgo nada, nuestra relación no vale nada, me aterra que suceda finalmente el naufragio que quizá merecemos".

4) Proyecciones. Tal como "piensa el ladrón que todos son de su condición", así la persona que siente íntimos o inconscientes deseos de ser infiel teme sin cesar que su pareja también lo sea, se le adelante en la infidelidad. Sus celos son una tapadera de sus propios anhelos inconfesables, y también expresan el miedo a ser herido en el propio orgullo. Significan: "me sentiría horriblemente burlado, humillado y envidioso de que tú te atrevieras a hacer lo que yo hago tantos esfuerzos por reprimir".

5) Moralidad. La estricta moralidad de muchas personas, grupos y etnias les hace entender el amor y el matrimonio como una especie de pacto de sangre, de negocio o alianza política, de modo que cualquier infracción supone una traición social, una humillación pública, un delito. Los celos de estas personas surgen del siguiente mandato: "hicimos un pacto, me perteneces, no tienes derecho a engañarme porque sería mi vergüenza y mi ruina; si lo haces me vengaré".

6) Homosexualidad. En ocasiones los celos excesivos son una defensa contra la propia homosexualidad inconsciente. Por ejemplo, un hombre puede ser obsesivamente celoso con su mujer porque él mismo quisiera relacionarse con otros hombres.  

   La predisposición a los celos intensos sólo puede disminuir con la maduración psicológica del individuo y, en su caso, con la ayuda de una psicoterapia psicodinámica, que analizará los motivos específicos de los celos de cada persona y la ayudará a superarlos.




Fuente

© JOSÉ LUIS CANO GIL
Psicoterapeuta y Escritor 

http://www.psicodinamicajlc.com/articulos/jlc/016.html

27.3.13

Sexo para prolongar la vida





   Una vida sexual activa reduce en un 50% el riesgo de mortalidad en los varones

   Un estudio revela que los hombres con una "alta frecuencia orgásmica" (aquellos que hacen el amor dos veces a la semana) viven más que los que sólo mantienen relaciones sexuales una vez al mes.

PABLO JAUREGUI



   "Es bueno que el hombre no toque a la mujer". Estas palabras de San Pablo reflejan el puritanismo sexual que ha caracterizado a la religión cristiana, un puritanismo que ha ejercido y continúa ejerciendo una gran influencia en el mundo occidental. Sin embargo, desde el punto de vista científico, cada vez está más claro que el sexo no es algo pernicioso para la salud, sino todo lo contrario.

   Un nuevo estudio acaba de desvelar que, de hecho, los orgasmos pueden alargar la vida de los hombres. Según este trabajo, que se ha publicado en el último British Medical Journal, el riesgo de mortalidad puede reducirse en un 50% en varones que disfrutan de una vida sexual activa (o, en la jerga de los científicos, de una "alta frecuencia orgásmica").

   Hasta ahora, la relación entre el sexo y la mortalidad se había estudiado muy poco. Sin embargo, algunas investigaciones iniciales habían sugerido que quizás existía una conexión entre los orgasmos y la longevidad. Por este motivo, el doctor George Davey-Smith y sus colegas de la Universidad de Bristol decidieron realizar un estudio sobre esta cuestión.

   En la ciudad galesa de Caerphilly, 918 varones de entre 45 y 59 años se convirtieron en conejillos de indias de este experimento pionero. Entre 1979 y 1983, todos ellos fueron sometidos a un chequeo médico completo y a una entrevista en la que se les preguntó con cuánta frecuencia mantenían relaciones sexuales. Las respuestas a esta pregunta variaban desde nunca hasta todos los días. A continuación, durante 10 años, los investigadores analizaron la salud y los casos de mortalidad en este grupo de hombres.

   Cuando concluyó este periodo de investigación, los datos recopilados por estos científicos eran verdaderamente sorprendentes. Cuanto más alta era la "frecuencia orgásmica" de los participantes, más probabilidades tenían de estar sanos y vivos. La probabilidad de morir era un 50% menor entre los hombres que mantenían relaciones sexuales dos veces a la semana que entre aquéllos que sólo hacían el amor una vez al mes.

   "La actividad sexual es aparentemente beneficiosa para la salud de los varones", han concluido el doctor Davey-Smith y sus colegas.

   Si esta conclusión se verifica con más estudios, los científicos creen que el sexo debería promocionarse en campañas públicas de salud. Es posible, por lo tanto, que en el futuro los mensajes de los médicos a los pacientes no sean sólo advertencias como "¡Cuidado con el colesterol!" o "¡El tabaco causa cáncer!", sino también "¡Haga el amor todos los días!".

   Los investigadores señalan que, en muchos casos, las campañas públicas de salud fracasan porque a los pacientes se les pide casi siempre que recorten o abandonen alguno de sus placeres favoritos: la comida, la bebida, las drogas, etcétera. Sin embargo, al menos en este caso, si se confirmase que el sexo puede ser algo positivo para la salud y la longevidad, el mensaje de los médicos no sería un nuevo sermón desagradable, sino todo lo contrario. Evidentemente, una buena receta de erotismo no puede ser un jarabe amargo para nadie.

   Sin embargo, como casi siempre ocurre, en el propio British Medical Journal ya han surgido algunas voces escépticas que han criticado las conclusiones del estudio realizado en Gales. Según dos expertos de la Escuela de Medicina de King' s College, es muy posible que, en realidad, muchos varones estaban débiles o enfermos desde el principio, y que por este motivo mantuvieron menos relaciones sexuales.

   Si esto es así, el alto nivel de mortalidad que se detectó entre los hombres sexualmente inactivos se debió probablemente a su propia vulnerabilidad fisiológica, no a una carencia de orgasmos. En otras palabras, quizá lo que ocurrió en muchos casos no fue que la inactividad sexual provocó la enfermedad, sino que la enfermedad provocó la inactividad sexual.

   De cualquier forma, estos investigadores del King' s College consideran que quizá los médicos deberían empezar a revisar sus típicas recomendaciones sobre algunos hábitos peligrosos. Este nuevo estudio sobre el sexo, y otros que han aparecido recientemente sobre los efectos positivos del alcohol, quizá deberían hacer reflexionar a los médicos sobre su hostilidad hacia los placeres de la vida.

   Al fin y al cabo, como dicen estos investigadores, hoy en día parece como si todo lo que nos gusta "o es ilegal o engorda o provoca cáncer en ratones". Sin embargo, ellos mismos reconocen que quizás la filosofía hedonista no es totalmente absurda, y ante las nuevas conclusiones sobre el sexo y el alcohol, incluso se plantean la siguiente pregunta: "¿Deberíamos empezar a recomendar a nuestros pacientes una vida de sexo, drogas y rock and roll, por los beneficios que podrían tener para la salud?"

   Mitos

   Muchas culturas, incluyendo la cristiana, han creado toda clase de mitos y prohibiciones en torno a los placeres de la sexualidad. Los Huli de Nueva Guinea, por ejemplo, creen que es un peligro mortal sucumbir a los deseos eróticos de las mujeres, y que el contacto sexual sólo puede tener lugar con el objetivo de la procreación. En algunas poblaciones del norte de la India, se considera que cualquier pérdida de semen debilita al hombre, y provoca irritaciones en la piel, pérdida de concentración, ansiedad, dolores de cabeza e incluso mal aliento.

   Pero a pesar de todas las fábulas que se han inventado por todo el mundo sobre el placer sexual, tanto en Occidente como en otras civilizaciones, los últimos datos científicos sugieren que en realidad los actos carnales de amor revitalizan al ser humano y le ayudan a mantenerse fuerte. Quizá, como han escrito Anthony Cleave y Simon Wessley en el British Medical Journal, los médicos tendrán que enfrentarse a una paradoja que no es fácil de resolver: "Lo que creíamos que era malo para vosotros quizá sea algo bueno después de todo, pero a lo mejor no es conveniente que os lo digamos, porque podríais acabar abusando de ello, y con toda seguridad no es recomendable que os lo digamos si ya soléis hacerlo con demasiada frecuencia (asumiendo que estamos de acuerdo sobre el significado de demasiada frecuencia)".


Fuente
© El Mundo

El sexo en la historia (5° Parte)



 Los griegos ya lo inventaron
(2da. parte)


Seguimos conociendo las curiosidades y anécdotas más picantes de la cultura helena.


   Voces pudorosas: Los griegos, que en determinadas circunstancias sentían cierto pudor ante la exhibición de sus partes nobles, recurrieron a diferentes eufemismos para referirse a los órganos genitales. Éstos son algunos: tà aidoîa, “las vergüenzas”; tà apórreta, “lo que no se nombra”; tà artha, “las partes”; y tà aphrodisia, los órganos de Afrodita.

   ¡Qué cirio!: En las fiestas populares de Dionisos, las llamadas pallephoria, se sacaban en procesión un enorme falo que era seguido por una comitiva de devotos. Cada participante sujetaba a su vez un miembro viril de menor tamaño, como si fuera un cirio.

   Perlas aristotélicas: Aristóteles (c. 381-322 aC) consideró la naturaleza femenina como un defecto natural. Bajo este argumento misójino sijo, entre otras, cosas tan erróneas como las siguientes:
El cerebro del hombre es más grande que el de la mujer y el cráneo masculino cuenta con un mayor número de suturas, para que el cerebro respire con mayor facilidad.
El cuerpo de la mujer está incompleto, y carece de semen, como el de un hombre estéril.
La mujer envejece más rápido que el hombre, porque su cuerpo es más pequeño y, por lo tanto, “todo lo que es pequeño llega más rápido a su fin, tanto en las obras artificiales como en los órganos naturales”.
La carne masculina es compacta y la de la mujer, porosa y húmeda. Esto explica por qué los senos de la mujer, comparados con los regios músculos pectorales del hombre, aparecen como hinchazones esponjosas, pero inevitablemente blandos; y también por que se vuelven fláccidos tan pronto.
La sangre menstrual es un residuo alimenticio debido a la falta de calor en el cuerpo masculino: “en un ser más débil debe producirse necesariamente un residuo más abundante cuya cocción sea menos acabada”.
El esperma masculino es cocido en el cuerpo del hombre a partir de la sangre y su equivalente en la mujer es la sangre menstrual, un licor que no ha sufrido dicha metamorfosis.
Los testículos sólo sirven de contrapeso al pene erecto.
El padre y no la madre es quien introduce el alma sensitiva en el embrión, así como su forma y género. El hecho de que un hijo varón se pareciera a su madre y a los antepasados de ésta puede explicarse por un fracaso en la transmisión de la forma del padre debida a la astenia o la vacilación de su potencia. Aristóteles tacha de monstruos a los varones que no se parecen al progenitor.
Las mujeres no sufren hemorragias nasales di hemorroides porque las venas son menos vigorosas que las de los hombres.
La mujer no razona, cambia de opinión fácilmente, no cumple con su palabra, grita y llora con facilidad. El hombre, por el contrario, razona y aplica la lógica debido a que piensa con la cabeza; ellas no razonan porque piensan con la matriz, la hystera (de este vocablo deriva el concepto de histeria femenina).

   La batalla de la transformación: La guerra entre Esparta y Atenas hizo estragos en los matrimonios atenienses y en la forma de vivir el sexo. Muchas mujeres encontraron calor y afecto en los varones que no habían ido a la guerra, cayendo así en el adulterio. Hipócrates calificó este comportamiento como una histeria patológica desencadenada por una insatisfacción sexual: el útero no está regado de esperma con la frecuencia debida, lo que provoca una terrible presión de la sangre en las partes altas del cuerpo. Esta congestión, siempre en palabras del erudito, pone a flor de piel los nervios y las crisis de ansiedad entre las esposas. En los casos graves, el remedio era saciar el apetito erótico o desposarse. Pero no menos inquietante era el inexplicable síndrome en que habían caído presos los atenienses derrotados. En ausencia de la compañía femenina, los soldados se habían acostumbrado a dos formas de sexualidad: la prostitución y la homosexualidad.

   Un recorrido por las casas de citas: En el barrio bajo y en las calles de El Pireo se concentraba la mayor cantidad de burdeles para satisfacer los deseos de las clases más bajas. Sólo Corinto, cuyo culto a Afrodita se asociaba con la explotación de un burdel, ganó en fama al submundo de Atenas. Estrabón, que vivió en tiempos del emperador romano Augusto, asegura que en el templo de Corinto, ejercían su oficio más de un millar de prostitutas. lo que en un principio era un acto sagrado hacia la diosa del amor se convirtió en una fuente de ingresos para la ciudad, ya que era un punto de atracción para forasteros y marineros que gastaban enormes cantidades de dinero por contar con sis servicios.

   Sombra aquí, sombra allá...: Demetrio de Falero, gobernador de Atenas en nombre de Casandro, rey de Macedonia, hacia el año 317 aC, llevaba una vida licenciosa; ya que era aficionado de organizar orgías secretas con mujeres y jovencitos. cuentan los cronistas que fue un hombre obsesionado con su aspecto personal, que se teñía de rubio y se maquillaba para estar siempre muy atractivo.

   ¿A dónde vas con ese atributo?: la primera referencia de un piropo la encontramos en la cultura helena. Al pasar cerca de una mujer hermosa, los griegos decían en voz alta eupygía, vocablo con el que se alababa una linda cola.

   La habitación del encierro: En la residencia de un griego acomodado existía una parte de la casa destinada en forma exclusiva a las mujeres, que recibió el nombre de gynaikonîtes o gineceo. Se trataba de una habitación donde la esposa vivía en un encierro casi perpetuo a salvo de las miradas de los otros hombres. El gineceo normalmente no tenía ventanas a la calle y en algunas ocasiones el acceso estaba custodiado por un perro feroz. Salvo en determinadas oportunidades, como las fiestas religiosas, bodas y funerales, la esposa no salía libremente de su encierro doméstico hasta que alcanzaba una edad en la que "viéndola por la calle; un hombre no se preguntaba de quén es esposa, sino de quién es madre".

   Anticonceptivo masculino: En el siglo I aC, el médico Discórides ideó un anticonceptivo masculino: aconsejaba a los hombres que tomasen durante 36 días exactos de una especia de madreselva, la lonecera periclymenum, para lograr un estado transitorio de esterilidad.

   Una analfabeta en la casa: El hombre griego prefería que su esposa fuera inculta e ignorante. Las únicas mujeres instruidas em los problemas del mundo y que podían mantener una conversación que versara más allá de los chismorreos y comentarios domésticos eran las heretas. El aislamiento y la ignorancia en que vivían sumidas las damas de buena posición en la Grecia clásica queda asentada en un pasaje de Plutarco donde uno de los enemigos del rey Hieron I, tirano de Siracusa (446 aC), se burla de su mal aliento. El monarca, desconocedor de su problema de halitosis, fue inmediatamente a los aposentos de su mujer para reprocharle que nunca le hubiese advertido lo mal que olía. La reina completamente perpleja, le respondió: "pensé que todos los hombres olían así".

   Las chicas del cruzado mágico: En la época clásica, las mueres acomodadas y elegantes usaban una banda de tela llamada strophion que resaltaba la forma de los pechos y hacía las veces de corpiño. Algunos autores sostienen que las griegas fueron las primeras que usaron el cruzado mágico, unos sensuales tirantes en X que volvían locos a los hombres.

   Esta noche, ¡fiesta de remeras mojadas!: En Lesbos, Baslis y otras polis griegas se celebraban concursos de belleza que tenían significado ritual: certámenes de lucha libre entre bellos jovencitos y muchachas provocativas; y bailes en los que las danzarinas actuaban con prendas transparentes o mojadas, e incluso desnudas.


   Me quiere, no me quiere: Los griegos no deshojaban margaritas, como hacen hoy día los enamorados, para saber si eran correspondidos por la persona que amaban. En su lugar, ponían en la palma de la mano un pétalo de ciertas flores -teléfilon- y lo palmeaban levemente con la otra. Si la palmada era sonora, había posibilidades de conquista; si no se oía, era mejor desistir.


Carlos Berdún, periodista y profesor de historia.

25.3.13

El sexo en la historia (4° Parte)


Los griegos ya lo inventaron

(Primera Parte)




   Comenzamos con las curiosidades más picantes de la antigua civilización que surgió a orillas del Mar Egeo. En la antigua Grecia, se toleraba la homosexualidad y la pederastia era una institución. Las mujeres tenías muchos menos derechos en comparación con las egipcias; y según la polis tenían valores tenían una idea muy diferente de familia.

   Infieles, pero según con quién: El griego casado no estaba obligado ni por ley ni por tradición a ser fiel a su esposa, hecho que no sucedía a la inversa. Independientemente de su estado civil, el varón heleno podía mantener relaciones con otras mujeres y jovencitos. Ahora bien, el peso de la ley caía implacablemente sobre aquellos incautos o atrevidos que intentaban seducir a una dama casada o a cualquier otra mujer que estuviera bajo la potestad de un hombre, ya fuera su marido, su padre o su hermano.

    Consecuencia: En tiempos homéricos tanto el marido engañado como el tutor de la doncella que intimó con un atrevido seductor podía elegir entre matarlo y exigir una indemnización. Eufileto optó por la primera opción, después de sorprender a Eratóstenes en el lecho de su esposa. El acongojado amante le propuso una compensación económica, pero Eufileto le respondió: "No te mato yo, es la Ley del Estado la que te ejecuta".

   ¡Pero qué tramposo!: Un engaño frecuente en las grandes ciudades griegas era el del marido burlado. Cuenta la tradición que un tal Estéfano se valía de los encantos de su mujer y su hija para desplumar forasteros. La estafa consistía en encontrar in fraganti al incauto en la cama con su parienta, que previamente lo había seducido, y exigirle una fuerte suma de dinero como compensación por el daño moral.

   Como castigo un rábano: Con el paso del tiempo, los castigos por adultero se suavizaron, aunque se mantuvieron vigentes en algunos pueblos helenos. En éstos, la punición para el hombre consistía en insertarle un rábano por el ano y depilarle las posaderas. y en otros, la infiel se exhibía con un velo transparente atada a una columna de la plaza o del mercado y después se la paseaba de la manera más humillante en el lomo de un burro.

   Papá, papaá, papaaá!!!: Los espartanos no se preocupaban por asegurarse la paternidad de los hijos que daban a luz sus mujeres, siempre y cuando estuvieran sanos y fuertes para convertirse en poderosos guerreros que los honraran.

   Ligero de ropa, para correr mejor: Los atletas que competían en los Juegos Olímpicos cubrían sus genitales con una especie de taparrabos, pero a partir de la decimoquinta Olimpiada, en 720 aC, comenzaron a competir completamente desnudos. Las mujeres casadas estaban excluidas de las fiestas de Zeus en Olimpia, para evitar tentaciones de unos y otras. Además, no hay que olvidar que los Juegos pasaban por Corinto, la ciudad de los placeres extraconyugales.

   Un enredo atlético: Como las señoras estaban proscritas en los gimnasios y eventos deportivos, salvo en Esparta, los atletas y acompañantes masculinos contaban con los servicios de una especie de celestina que les buscaba amantes. La celestina, prokyklís, enredaba a mujeres cuyos maridos estaban ausentes para citarlos a los galanes y, además, se encargaba de buscar el nido de amor.

   Efectivamente todo está en la cabeza: La primera teoría griega sobre el origen del líquido seminal fue formulada en la primera mitad del siglo III por Diógenes Laercio. según este filósofo, el esperma se forma en el cerebro y fluye de éste den forma de gotita, stagón ekefalou.


 "Jóvenes espartanas preparándose para la lucha", Degas  (18860-62) Osl, 109x154,5 cm

   Las que enseñan los muslos: Las mujeres espartanas vestían un khitón -especie de túnica recta- provisto de una sensual abertura lateral que dejaba ver los muslos fugazmente con cada paso. Esta moda hizo que las muchachas de Esparta fueran conocidas como phainomerides, las que enseñan los muslos. Pero su atrevimiento no quedaba limitado a su vestido, ya que las jóvenes no mostraban ningún pudor en mostrarse semidesnudas en la palestra, mezcladas con los varones. está afición al nudismo llamó la atención al resto de los griegos, que utilizaron el modismo "hacer el dorio" como sinónimo de quedar desnudo.

   Ellos sí, ellas no: En el Grecia arcaica y clásica, la carrera era una competición atlética esencialmente viril y, salvo excepciones, las carreras femeninas resultaban opuestas a los cánones de comportamiento, que en la sociedad ateniense reclamaban recato e inmovilidad de la mujer. Incluso desde el estamento médico se argumentaba que el impulso a saltar y correr agitadamente de una mujer era un síntoma enfermizo al que estaban expuestas las vírgenes que no se casaban cuando les llegaba la hora, así como las esposas que no lograban concebir.


 
      Afrodita de Praxíteles


   Mujeres con mucho arte: En el siglo IV aC, surge la figura de la hetaria, la mujer que hace de la práctica del amor un arte. Se trataba de amantes de lujo que eran mantenidas por hombres adinerados con el propósito de poder tener relaciones sin el compromiso formal del casamiento. Una de las más famosas fue Friné, la inmortalizada en el mármol por Praxíteles para la estatua de Afrodita. Nacida en Tespia, Beocia, esta bella e inteligente mujer pasó de cuidar cabras en su niñez a deleitar a los atenienses con un espectáculo erótico que podría ser considerado como el predecesor de los actuales shows de strip-tease. En las fiesta de Poseidón se situaba en lo más alto del templo y, ante todo un pueblo ávido y curioso, comenzaba a bajar la escalinata despojándose de la ropa prenda por prenda. Ya completamente desnuda, corría hacia la playa, se sumergía en el mar y surgía de las aguas como una nueva Afrodita. Eutias, un galán que no consiguió sus favores, la acusó de realizar una sacrílega parodia de los misterios de la diosa Deméter, delito que se castigaba con la muerte. Friné se libró del castigo gracias a la intervención de Hipérides, que pidió a los jueces que se dignasen a contemplar a la acusada: "Comprenderían, ¡oh jueces!, que una belleza tan sobrehumana no puede ser impía". El tribunal aceptó y Friné apareció ante el jurado vistiendo una liviana y transparente túnica. Se dice que Hipérides exclamó: "¡Vamos! ¿No les dolería lanzar a la muerte a la misma diosa Afrodita?". Lo que vieron debió ser muy convincente porque terminaron absolviéndola.

   Salió por la puerta grande: Otra famosa hetarea, capricho de Demóstenes, amante de Alcibíades y de Aristipo, discípulo de Sócrates, fue la bellísima Lais de Corinto. De pequeña ya sirvió como modelo para esculpir una estatua de Afrodita y a los 17 años ya había tenido tantas historias amorosas con atenienses influyentes que decidió regresar a su ciudad natal. Al llegar, como correspondía a su condición de hetaria fue a ofrendar una corona de flores a Afrodita. Aquel día, el templo estaba lleno de prostitutas y los cronistas afirmaron que cuando Lais entró en el templo, todas las cortesanas le abrieron paso, impresionadas por su belleza. Después de la ofrenda floral, la hetaria se despojó de la túnica y su figura deslumbró a todos los presentes.


 
       Aspasia de Mileto


   Chicas, a filosofar: Los respetados filósofos eran los más deseados por las hetareas que buscaban un amante socialmente acomodado. Para seducirlos, Aspasia, vieja feminista de Megara, natural de Mileto, abrió una escuela donde cientos de jovencitas tomaban clases de filosofía y artes amatorias. Como buena maestra, Aspasia, logró que Pericles, discípulo de Anaxágoras y líder político de Atenas, cayera en sus brazos locamente enamorado, lo que causó revuelo social. Abandonó a su esposa Crisila, con la que había tenido dos hijos para unirse a la hearea filósofa.

   La hora de la manicura: Los libertinos atenienses, antes de visitar a una afamada hetarea, se hacían ondular el cabello y se cortaban y limaban las uñas con especial esmero.

   Recaudando fondos: Cuenta Heródoto que las jóvenes casaderas de Lidia completaban su ajuar aceptando propuestas amorosas.

   Si hay cariño, no hay pasión: Los griegos de la época clásica consideraban la pasión y el cariño sentimientos distintos e incompatibles. Los hombres que creían que el enamoramiento era cosa de mujeres y un sentimiento enfermizo y esclavizador, no concebían la libido dentro del matrimonio y consideraban que sexo conyugal como un trabajo o una obligación para engendrar hijos y nunca como un acto placentero. Lo más que llega a sentir el esposo por su compañera es cariño, philía, que excluye el amor pasional, eros.

   ¡Feliz cumpleaños!: Las mujeres helenas empezaban a festejar sus cumpleaños después de la fecha de la boda.

   Siguiendo la pista de la eyaculación femenina: La antigua medicina griega propuso la existencia de un semen femenino, puesto que en las disecciones se encontraron con dos testículos -los ovarios- en el interior de la cavidad abdominal y, por simple comparación y semejanza, se pensó que creaban un esperma que se vaciaría por las trompas y de ahí llegaría a la matriz. Durante el coito, la mujer los eyacularía dentro de la cavidad vaginal.

   El legado de mamita: Las prostitutas empezaban a ejercer su oficio a los 12 años y en muchos casos heredaban su oficio de sus madres. El sueño de toda iniciada en las artes amatorias era convertirse en una rica y educada hetarea.

   Sólo para hombres: Los maridos y amigos se reunían en el andrón, la zona masculina de la casa, para celebrar orgiásticos banquetes privados de los que sus mujeres quedaban excluidas.


Carlos Berdún,  periodista y profesor de historia.

24.3.13

La importancia de un suelo pélvico ejercitado

   Los ejercicios de suelo pélvico son cada vez más recomendables y necesarios
Facilitan el parto y el postparto y previnen la incontinencia urinaria
El 45% de las mujeres sufre algún tipo de incontinencia a lo largo de su vida
Ayudan a eliminar disfunciones sexuales y a mejorar la calidad de las mismas

   La fisioterapia especializada en suelo pélvico es una realidad que cada día se extiende más en nuestra sociedad. Los expertos ven fundamental y necesario cuidar y mantener en forma esa parte del cuerpo. No sólo es recomendable para ayudar a las mujeres durante el embarazo, parto y post-parto, sino que también previene la incontinencia urinaria tan frecuente en mujeres de mediana y avanzada edad. Pero no sólo eso, los expertos aseguran además, que ayuda a resolver disfunciones sexuales y a mejorar la calidad de las relaciones. "El suelo pélvico es una pieza clave en las relaciones sexuales tanto en el hombre como en la mujer. Forma parte del mecanismo de la erección y control eyaculatorio en el hombre y en la intensidad y calidad del orgasmo en la mujer", asegura a ELMUNDO.es Antonio Meldaña , fisioterapeuta especialista en urogineproctología y dolor.

   Aunque es un trabajo más enfocado hacia las mujeres, se puede aplicar también desde niños a partir de cinco años hasta personas mayores. "Sólo se necesitan pacientes motivados y que puedan comprender pautas e indicaciones sencillas", asegura este experto. Para hacer ejercicios de este tipo, en principio, no hay contraindicaciones. El objetivo es, según Meldaña, mejorar el conocimiento, el control y la función de estos músculos así como la función sexual.

   El suelo pélvico está compuesto por un grupo de músculos que conviene reforzar y tonificar como cualquier otro músculo más del cuerpo. "Es un músculo más que hay cuidar y ejercitar", afirma Carmen Picón, fisioterapeuta especializada en obstetricia y uroginecología de Clínicas Ginemed en Sevilla.

   España, cuenta la especialista, está atrasada con respecto a otros países como Francia, donde estos ejercicios se realizan de rutina en muchos hospitales. Pero, pese a este retraso, cada vez son más los sitios especializados, tanto centros de fisioterapia como hospitales, donde se ofrece este servicio. "Es un trabajo de fisioterapia. No hay medicación, tan sólo trabajo físico en el que, además, aprendes a conocer tu propio cuerpo", mantiene Picón. Pero matiza: "Lo más importante es el trabajo multidisciplinar junto con los ginecólogos y otros profesionales del centro".

   Embarazo, incontinencia y sexo

   Por su parte, Estela Pérez, fisioterapeuta de iQtra, en el Hospital USP San José de Madrid, asegura que "el buen estado del suelo pélvico influye en la calidad de vida de las mujeres de forma notable, y ello lo aprecian aquéllas que, tras sufrir alguna molestia, han conseguido disminuirla o eliminarla gracias al trabajo consciente y supervisado".

   Hay etapas en la vida de las mujeres donde el suelo pélvico sufre de manera especial. Tal es el caso del embarazo, parto y pos-parto; y, posteriormente, todo el periodo de la menopausia. Por ello, "mantener un correcto estado de la musculatura del suelo pélvico facilita el parto y la recuperación posterior". De hecho, mantiene que "algunos de los obstetricitas del hospital felicitan a las pacientes que han trabajado en ello durante el embarazo ya que el transcurso del parto se ha visto favorecidas por ello".

   Por otro lado, la debilidad de la musculatura del suelo pélvico es responsable de patologías tales como los prolapsos o descensos de vísceras abdominales y también de distintas disfunciones sexuales. El trabajo del suelo pélvico asegura una mejor flexibilidad de la zona y por tanto, aseguran los fisioterapeutas, más elasticidad, movilidad y menos dolor. "Hay mujeres, incluso jóvenes, que tienen dolor durante la penetración y ello frena el orgasmo, lo que impide que haya una relación sexual satisfactoria", explica Picón. Además, deben reconocer el problema y pensar que sí tiene solución. "Tener dolor en las relaciones sexuales no es normal, por eso es necesario que se les quite la vergüenza y confíen en el especialista. Porque el problema, si se trata periódicamente, tiene solución", cuenta convencida.

   Pero si hay una patología donde el suelo pélvico juega un papel crucial esa es la incontinencia urinaria. Según datos proporcionados por el Hospital San José, el 45% de las mujeres tiene este problema a lo largo de su vida. Pero éste y todos los demás trastornos pueden ser prevenidos y tratados manteniendo en buen estado de esta musculatura. Por ello es muy importante que "todas las mujeres -tengan o no alguna patología-, aprendan a realizar estos ejercicios y los incorporen a su rutina diaria, ya que el beneficio es apreciable en cualquier momento a lo largo de la vida de la mujer", explica la fisioterapeuta del hospital.

   Además de los beneficios anteriores, Pérez indica que el trabajo del suelo pélvico ayuda a optimizar la postura global corporal y a mantener el abdomen firme, e incluso mejora notablemente los síntomas de distintas patologías que afectan a la columna vertebral, como la escoliosis. Y para ello pone un ejemplo de un caso real de una adolescente con escoliosis que le provocaba asimetrías y malas posiciones de su columna. Con el tratamiento, se consiguió una corrección postural además de una mejora considerable en las molestias.

   Pero también hay otros factores de riesgo, que puntualiza por su parte la fisioterapeuta de Ginemed, done el suelo pélvico puede sufrir notablemente y donde de nuevo el trabajo de esta zona se convierte en algo "fundamental y eficaz". Estos son la obesidad y las mujeres deportistas de élite en las que sus disciplinas impliquen saltos o coger peso. Por ejemplo, salto de pértiga o levantamiento de peso.

   ¿Cómo se trabaja el suelo pélvico?

   Las rutinas a realizar son desde los famosos ejercicios de Kegel y los abdominales hipopresivos, hasta los puramente específicos para ejercitar las distintas zonas del suelo pélvico. También, dependiendo del caso, explica Picón, se trabaja con aparataje como corrientes eléctricas, conos vaginales, bolas chinas, etc. "Estas últimas se utilizan especialmente para el fortalecimiento de la musculatura", aclara.

   Las sesiones que Estela Pérez lleva a cabo en el Hospital San José de Madrid, (donde además se realizan tallares informativos para mujeres), se inician con un taller teórico-práctico básico con el objetivo de conocer su cuerpo. "Vemos gráficos de los músculos y explicamos qué órganos anatómicos están implicados tanto en la buena salud del suelo pélvico como en las posibles patologías que éste pueda presentar", indica.

   El segundo paso sería exploración individual de la paciente en la que, en función del grado de debilidad del suelo pélvico, se recomienda trabajo en grupo o individual, con la ayuda de aparatología de apoyo. Por último, en las sesiones (tanto individuales como en grupo) se va alternando trabajo de musculatura abdominal profunda con trabajo específico de músculos del suelo pélvico durante una hora.

   "La calidad en la ejecución del ejercicio es imprescindible en este trabajo, por eso la supervisión y corrección es muy importante", apunta la experta. En ello, también insiste Picón: "Es fundamental el trabajo guiado por especialistas, que te enseñen a conocer tu cuerpo y a realizar correctamente los ejercicios". Si el tratamiento no se abandona, éste será muy eficaz, pero "el seguimiento es esencial", reclama la experta.

   Además de ello, estos fisioterapeutas insisten en la importancia del trabajo multidisciplinar y coordinado con los demás expertos y sobre todo, en la prevención. "Lo ideal sería la prevención, como en tantas otras áreas médicas, y que la sociedad se familiarice con este problema antes de que aparezca", finaliza Pérez.


Bolas chinas

Conos vaginales





Punto G masculino o...L





   Unos dicen que se denomina G, otros L en los varones, lo de menos es la consonante, ¿no crees?

   Atrévete a probar, fuera tabúes, desinhibe te, juega, descúbrete, siempre es mejor experimentar sesaciones a que nos lo cuenten ;) 






22.3.13

Milo Manara


   

   Milo Manara es el pseudónimo del historietista italiano Maurillo Manara, nacido en Italia en 1945.
Su vocación inicial fue la de pintor. Tras intentar vivir de la pintura sin éxito, fue asistente del escultor español Miguel Ortíz Berrocal. Durante sus estudios de arquitectura en la Universidad de Venecia, en 1968 lanza su primer cómic, Genius, una combinación de género negro y erotismo publicada en formato de bolsillo. En 1979 aparece en la revista À Suivre su primera obra como único autor, H.P., primera entrega de Las aventuras de Giuseppe Bergman, en la que rinde homenaje a Hugo Prat. 1983 presencia asimismo el debut de su obra más célebre, Clic, que lo encumbrará como uno de los grandes autores de cómic erótico y conocerá hasta cuatro partes, además de ser llevado al teatro y al cine de imagen real.


   Manara ha colaborado también con Federico Fellini, para el que realizó carteles de algunas de sus películas y la versión en historieta de dos guiones suyos que no llegó a llevar al cine, Viaje a Tulum y El viaje de G. Mastorna. Para el también cineasta Pedro Almodóvar ilustra su novela Fuego en las entrañas. En tiempos recientes se ha consagrado preferentemente a la ilustración y la publicidad, además de realizar cómics para soporte digital y de diseñar los personajes para el largometraje de animación francés La légende de Parva.
Milo Manara es posiblemente el mejor dibujante de mujeres. Su erotismo y sensualidad son parte de la gran belleza que traza en sus personajes femeninos.




¿Es buena la actividad sexual para la salud general?




               
   Aparte de los beneficios lógicos para la relación de la pareja, cuando se tiene, la actividad sexual tiene una gran cantidad de efectos positivos en muchos aspectos de la salud.

Salud general

   Uno de los estudios científicos mejor realizados en los que se planteó los beneficios del sexo para la salud general estuvieron a cargo del Dr. George Davey-Smith y colaboradores de la Queens University de Belfast y fue publicado en 1997 en la prestigiosa revista British Medical Journal. Mil hombres de mediana edad (45-59 años) con parecidas características en términos de salud fueron seguidos durante un periodo aproximado de 10 años. El resultado fue que los hombres que manifestaron una mayor actividad sexual (2 ó más por semana) tuvieron la mitad de muertes en comparación con los que referían una menor frecuencia (1 por mes).

   Otro estudio realizado por el psicólogo David Weeks del Royal Hospital de Edimburgo concluyó, después de entrevistar a 3500 personas que parecían más jóvenes de lo que correspondía a su edad que  una frecuencia de actividad sexual de 3 ó más veces por semana podría ser una manera de mantenerse y parecer más jóven y prolongar la vida en 10 años.

Ejercicio físico 

   La práctica del coito comporta un cierto ejercicio físico en el que se activa la circulación de la sangre con la consecuente oxigenación de los tejidos, se hace trabajar el corazón y mejora la capacidad respiratoria. Un coito muy activo durante unos 30 minutos puede llegar a consumir entre 150 y 200 calorías, lo que corresponde a correr 15 minutos en una cinta corredera o jugar un partido de squash, con la consecuente pérdida de peso. En estado de excitabilidad el pulso puede pasar de aproximadamente 70 pulsaciones por minuto a 150 que es las que alcanza un atleta en máximo esfuerzo. Durante el coito se contraen los músculos de la pelvis, de los muslos, nalgas, cuello y tórax. Se favorece la producción de testosterona que fortalece los huesos y los músculos, además de actuar sobre muchas otras funciones del organismo.

Corazón

   La práctica de 3 ó más coitos por semana disminuye el 50% de posibilidades de tener un ataque de corazón o presentar una apoplejía según el estudio ya mencionado de la Queens University. Igualmente, condiciona el descenso del colesterol total y el aumento del colesterol “bueno” (HDL colesterol). Por todo ello, podríamos decir que la actividad sexual actúa hasta cierto punto como un protector cardíaco, al disminuir los factores de riesgo de las enfermedades vasculares.

Capacidad olfatoria

   Después de la actividad sexual el cerebro libera prolactina que a su vez favorece el desarrollo de nuevas neuronas del bulbo olfatorio, lo que se traduce en una mayor capacidad para captar los olores.

Depresión

   Un estudio realizado por Gordon Gallup, un psicólogo americano, en 293 mujeres, demostró que las que sus parejas no utilizaban preservativo durante el coito tenían menos tendencia a la depresión que las que si lo utilizaban. Una posible explicación para este hecho es que la prostaglandina, hormona que se halla en el semen, puede ser absorbida por el tracto genital femenino, pasar a la sangre y modular a otras hormonas ligadas a la depresión.


Animo y bienestar

   La oxitocina liberada durante la actividad sexual disminuye la agresividad, por lo que es considerada la hormona de la paz y la afectividad. Tiene también una función relajante y desestresante, favoreciendo y mejorando la calidad del sueño.

Belleza

   La liberación de estrógenos durante el coito favorece un mayor brillo y suavidad del cabello y la piel de la mujer.

Atracción sexual

   La liberación de feromonas durante la actividad sexual condiciona, por vía olfatoria una mayor atracción y deseo por parte del sexo opuesto.

Dolor

   Inmediatamente antes del orgasmo, la hormona oxitocina aumenta hasta 5 veces respecto a su valor normal, lo que favorece la liberación de endorfinas que alivia el dolor de cualquier naturaleza, desde un simple dolor de cabeza hasta la migraña o el dolor provocado por la artritis. En la mujer el coito también favorece la producción de estrógenos que disminuye el dolor premenstrual.

   A título de broma, podríamos decir que el famoso dolor de cabeza, real o no esgrimido por muchas mujeres para evitar la actividad sexual, podría ser aliviado precisamente con la práctica del coito.

   La oxitocina también estimula las contracciones uterinas y la lactancia.

Catarro y gripe

   Según un estudio de la Wilkes University de Pensilvania, las personas que practican el sexo una ó dos veces por semana tienen hasta un 30% mayores los niveles de los anticuerpos denominados inmunoglobulinas A, ligado a la liberación de la hormona dihidroepiandrosterona (DHEA), lo que favorece los mecanismos de defensa frente a enfermedades como el catarro o la gripe. Ello también viene

Vejiga urinaria

   Durante el coito se hacen trabajar los mismos músculos que son importantes para la continencia urinaria. La pérdida involuntaria de orina es un problema frecuente en las mujeres como consecuencia de las alteraciones anatómicas que se pueden producir después de los partos, de determinadas cirugías genitales y urológicas o por el simple envejecimiento. Para mejorar este problema se aconseja los denominados ejercicios de Kegel que consisten en interrumpir reiteradamente el chorro durante la micción, lo que ayuda a fortalecer la musculatura que interviene en esta función. Por lo tanto, el coito tendría una función parecida a los ejercicios de Kegel.

Próstata

   Algunos estudios relacionan el cáncer de próstata con una baja frecuencia de actividad sexual. Uno de los posibles argumentos para este hecho se basa en que para producir el fluido seminal que acompaña a los espermatozoides, la próstata y las vesículas seminales toman zinc, ácido cítrico y potasio de la sangre, concentrádolos hasta 600 veces. Lo mismo puede suceder con determinados elementos cancerígenos de la sangre, por lo que una elevada frecuencia eyaculatoria puede  evitar su efecto perjudical sobre el órgano.

   El estudio que ha causado mayor polémica es el publicado en la revista British Journal of Urology Internacional donde se concluye que un número de eyaculaciones superior a 5 por semana disminuye la probabilidad de cáncer de próstata en el 30%.

   Los hombres jóvenes tienen una mayor predisposición a sufrir inflamaciones de la próstata, denominadas prostatitis. Cuando están producidas por microorganismos, estos se ubican y reproducen en el interior de los denominados ductos prostáticos donde se produce parte del fluido seminal. En estos casos, las eyaculaciones frecuentes favorecen la expulsión de los elementos infecciosos.

   De la misma manera, la abstención eyaculatoria puede favorecer procesos congestivos prostáticos, que cursan con diferentes síntomas, relacionados o no con la micción.


Vagina

   La inactividad sexual puede condicionar la atrofia vaginal y la disminución de su apertura, teniendo como consecuencia la dispareunia o el dolor coital cuando esta mujer desee reactivar su vida sexual. En estos casos es aconsejable la utilización de vibradores o dilatadores vaginales para evitar las consecuencias mencionadas.

Pene

   Parte del oxígeno que precisa el pene para su mantenimiento procede de la sangre que entra en los cuerpos cavernosos durante la erección. Cuando no existe actividad sexual o erecciones, el tejido muscular eréctil no recibe suficiente oxígeno, por lo que puede transformarse en un tejido endurecido al que denominamos fibrosis, lo que puede abocar a un proceso irreversible de disfunción eréctil.

   La erección que se tiene durante la actividad sexual induce una mayor frecuencia y calidad de las erecciones involuntarias, fundamentalmente aquellas que tienen lugar a lo largo de la noche y por la mañana.



Fuente iandromss Institut d´Andrologia i Medicina Sexual.

21.3.13

El sexo en la historia (3° Parte)




Egipto Caliente
(tercera parte)




El último capítulo de las anécdotas y curiosidades más picantes de la antigua civilización de las pirámides.


Entre padres e hijas: Los casos de incesto no faltaron en la realeza egipcia. Amenofis III se casó con su hija Simatón, que llegó a ser su esposa principal aún en vida de su madre Tiye, que también ostentaba ese título. Su hijo, Akenatón se casó con dos de las seis hijas que tuvo con nefertiti: Meritatón y Anjesenpatón. Éstas fueron a su vez madres de Meritatón II y Anejesenpatón II, respectivamente; y cabe que Akenatón sea el padre de ellas también. En la siguiente dinastía, tres hijas de Ramsés II, Bintanat, Meritatón y Nebettaway, llegaron a compartir su lecho, y alcanzar el rango de esposa principal.

Matrimonios y algo más: Ramés II fue el faraón que decidió contraer matrimonios diplomáticos, esto es, casarse con princesas extranjeras con el propósito de consolidar alianzas geopolíticas. Se sabe que desposó a la hija del rey de Babilonia, a la del rey de Siria y dos princesas hititas. Este gran faraón tuvo más de un centenar de hijos.

Ir al grano: Las egipcias orinaban a diario sobre diferentes granos de cereales para saber si estaban embarazadas y adivinar el sexo del futuro bebé. Si no germinaba algún grano, la mujer no estaba embarazada; si germinaba primero la cebada, el futuro bebé sería varón, y si lo hacía el trigo, sería una nena.

Títeres picantes: Durante el festival de Osiris –el dios de la fertilidad–, las mujeres marchaban en procesión por las aldeas cantando himnos en su alabanza y portando muñecos de unos 40 cm de altura. Éstos títeres estaban dotados de un gran falo que era puesto en movimiento mediante un sistema de sogas y palancas.

Se casó con el nono: En la XVIII Dinastía, Ay se erigió faraón a una edad muy avanzada y se casó con Anjesenamón, la viuda de Tutankamón. Probablemente el enlace real no le hizo mucha gracia a Anjesenamón, puesto que en realidad se casaba con su abuelo.

No tan casta: A partir de la XXI Dinastía, el título esposa de dios Amón o mano de dios, que hasta entonces se concedía a la consorte del faraón, fue transferido a una hija del rey. La joven se convertía así en la esposa consagrada del dios tebano, lo que implicaba una total abstinencia sexual. Una de las agraciadas con este voto de castidad pero no supo mantenerlo fue Mekare, supuesta hija del rey tanita Psusenes I. Su momia fue hallada en Deir el-Bahari junto con la de un recién nacido, lo que sugiere que murió durante el parto.

Ni un pelo de tonto: La calvicie era considerada una terrible desgracia y, más que remedios contra la alopecia, existían pócimas y conjuros para causar la caída del cabello como venganza o despecho. En el Papiro de Ebers se describe uno de estos preparados alopécicos: “impregnar con aceite unas hojas de loto quemadas y colocarlas en la cabeza de una mujer odiada”. Pero también había antídotos, como era invocar al dios Atón y aplicarse en la calva grasa de tortuga y de pata de hipopótamo.

A la hora de dar a luz…: Las mujeres daban a luz sentadas sobre un taburete de nacimiento, un asiento con un agujero por el que pasaba el recién nacido. También parían agachadas sobre cuatro ladrillos rituales.

Cabelleras seductoras: el cabello y los peinados encerraban un fuerte significado erótico. Las egipcias se arreglaban con esfuerzo para encontrarse con la persona amada. La enorme sensualidad del cabello quedó reflejada, por ejemplo, en el cuento El broche de turquesas , en el que el faraón Snofru se divierte con “veinte muchachas de pechos bien formados y cabellos rizados”.

En el lago dorado: Como muestra de amor a su esposa Tiye, Amenofis III mandó construir un lago artificial en Daruhe. Fue inaugurado por el propio faraón en la barca real llamada esplendor de Atón.

¡Hablá nene!: Aunque todos los hijos eran bien recibidos, las parejas egipcias deseaban tener un hijo varón. Fuera nene o nena, se mostraban muy interesados por conocer su futuro, que venía determinando por una pléyade de siete divinidades llamadas Hathores. Éstas, según dictaba la tradición, permanecían invisibles en la cabecera de su lecho y se dictaminaban cómo sería su muerte. El papiro médico de Ebers registra algunas señales que permiten adivinar el destino de neonato: si éste dice Hii, vivirá; pero si dice Mbi, o si vuelve su rostro hacia el piso, morirá con toda seguridad.

Botín de guerra: En el año 1.300 aC, el rey Menephta volvió a Karnak después de derrotar a los libios. Como prueba de la victoria trajo los miembros viriles de 13.000 soldados adversarios caídos en la batalla. Una inscripción en un monumento en Karnak detalla la procedencia de los mismos: entre otros, 6 pertenecieron a generales libios; 6.359 a soldados libios; 222 a sirculianos; 542 a etruscos; y 6 a griegos.

Estoy libre: Desde su adolescencia, las muchachas llevaban un cinturón con elementos de oro en forma de valva como distintivo del soltería y protección.

Días buenos u hostiles: El calendario egipcio estaba dividido en días buenos, amenazadores y hostiles que condicionaban las actividades cotidianas. en lo que respecta a los días nefastos, las relaciones amorosas debían evitarse. Por ejemplo, el decimonoveno del primer mes de perit –en el que Ra levantó el cielo con sus poderosos brazos– y algunos días del calendario, los hombres no podíoan acercarse a las mujeres sin correr riesgo de contraer terribles infecciones.

Deseo concedido: Al menos en las clases altas, los esposos dormían en habitaciones separadas, lo que a veces demoraba la concepción. en el Príncipe predestinado, el autor cuenta con una alta dosis de inocencia cómo un faraón estaba muy apenado por no tener ningún hijo varón. Pidió a los dioses, y éstos lo complacieron: el faraón pasó una noche con la reina y ésta quedó embarazada.

Vestimenta masculina: La reina Hatshepsut (c. siglo XVI aC) aparece en sus representaciones siempre vestida de varón, seguramente para hacerse respetar. su hijastro Tutmés III la eliminó de la lista de los faraones cuando subió al trono.

Parejas desparejas: Los enlaces de hombres y mujeres de edades muy diferentes no eran raros. Por ejemplo, el escriba de la era ramésida Kenherjepeshef, de Deir el-Medina, se casó a los 45 años con una jovencita de 12 llamada Nanajt; y la reina Mutnodyemet de 50 años, contrajo matrimonio de conveniencia con el general Horemheb, que no pasaba de los 30.

Lazos de sangre que se prolongaron en el tiempo: Los novios egipcios efectuaban ritos mágicos para reforzar el compromiso de amor. en un texto del Egipto tardía puede leerse lo siguiente: "Para confeccionar un filtro de amor, basta extraer un poco de sangre del segundo dedo cercano al meñique de la mano izquierda". Algunos expertos piensan que éste es posiblemente un antecedente de por qué en muchos países los anillos de compromiso y de matrimonio se colocan en el dedo anular izquierdo.

Vudú para esa simpática señora: Para deshacerse de la amante de la amante del marido o de una competidora amorosa, las egipcias recurrían a ritos maléficos, como modelar una pequeña figura de terracota o cera a imagen y semejanza de la persona a la que se quería perjudicar, y atravesar la con alfileres y agujas. Este tipo de efigies iban acompañadas por un texto y se colocaban sobre la tumba de un fallecido de forma prematura o violenta.


Carlos Berdún,  periodista y profesor de historia.

El sexo en la historia (2° Parte)






Egipto Caliente
(Segunda Parte)




               Detalle del Papito Satírico (erótico) de Turín (época de Ramsés II, c 1279 – 1213 aC)



   Seguimos explorando las curiosidades más picantes sobre la antigua civilización de las pirámides.


   La prueba del ajo: Otro test empleado por los sun-un –así llamaban a los médicos los antiguos egipcios– para distinguir las mujeres fértiles consistía en colocar un diente de ajo dentro de la vagina de la paciente durante toda la noche hasta el amanecer. Si el olor del ajo pasaba hasta su boca, la mujer tendría un hijo; si su aliento no desprendía ese olor, era estéril.

      Boicot a los espermatozoides: Para prevenir embarazos, las mujeres se aplicaban en sus genitales una mezcla de miel y semillas de acacia, que poseen una alta concentración de goma arábica. Su acción era la misma que la de los espermicidas modernos.


                           Estatuilla del dios Min


   Divinidad bien dotada: Para aumentar su virilidad, los hombres egipcios veneraban a Min, un dios itifálico, es decir, con el pene erecto.

   Golpes sí, pero insultos no: Los maridos del Antiguo Egipto tenían derecho a pegarle a su mujer, así como el hermano a la hermana, siempre que no se propasaran. Curiosamente, el insulto público a la esposa estaba penado: el infractor estaba obligado a comprometerse ante los jueces a no volver a vilipendiar a su mujer, bajo la pena de recibir cien azotes y de verse privado de todo bien ganancial compartido con ella.

   Trapitos al sol: El hombre casado podía tener relaciones sexuales con otras mujeres, además de su esposa, siempre que las amantes no estuvieran casadas; pero las mujeres no gozaban de ese privilegio. A veces, los tribunales castigaban el adulterio con penas muy severas, que incluían los trabajos forzados y el destierro. También se contemplaban la ablación de la nariz y de las orejas. En algunos lugares, si el engaño no era libremente consentido por la esposa, se lo consideraba una violación y el infractor podía ser castigado con la castración.

   Una exposición muy subida de tono: En la colección erótica Aegyptiaca del Museo de El Cairo se conservan más de 200 piezas de arte erótico. Predominan las figuras divinas y humanas con grandes falos en erección. Asimismo existen figuras en las que se reconocen fácilmente actitudes obscenas, como las mujeres sentadas exhibiendo genitales muy marcados o reclinadas en posturas provocativas.


Grupo obsceno. Periodo Ptolemaico, c. 332-30 aC, Colección Aegyptiaca del Museo de El Cairo


   Por delante… : Los egiptólogos han clasificado las posturas sexuales más practicadas entre las parejas egipcias a partir de piezas de arte y representaciones artísticas. Son estas cuatro: hombre acostado encima de la mujer, hombre arrodillado y la mujer yaciendo boca arriba, hombre arrodillado y la mujer apoyada en sus extremidades, y mujer dándole la espalda a su compañero, mientras ambos están acostados.

…y por detrás: Los egipcios también practicaban el coito anal, como lo revelan las ilustraciones del Papiro Turín 55001 o Papiro Satírico de Turín, de tiempos de Ramsés II (c. 1.279 – 1.213 aC). En este papiro se representan al menos dos posiciones sexuales de este tipo: la posterior, con el hombre arrodillado y la mujer apoyada en sus extremidades; y la lateral, con la pareja reclinada sobre un costado.


   Sonajero erótico: El sistro o sechechet era un instrumento musical similar a un sonajero asociado a la diosa Hathor que primero fue utilizado por las sacerdotisas en los ritos eróticos y después, desde la XVIII Dinastía, lo agitaban la reina o una de las hijas del rey para tranquilizar o estimular la fertilidad del faraón.

   Opciones prohibidas: A pesar de que en la mitología egipcia se describe un intento de violación a Horus por parte de Set, la homosexualidad, tanto la masculina como la femenina, no estaba bien vista por la sociedad egipcia, ya que no se correspondía con el ideal de vida familiar. El dicho 125 del Libro de los Muertos, conocido como La Confesión Negativa, enumera, entre aquellas acciones que el difunto debe negar haber realizado en este mundo,  que no ha tenido relaciones sexuales con una persona de su mismo sexo. Otra negación del mismo documento condena así la homosexualidad: “¡Oh tú, quien tiene la vista detrás de él, quién procede de la tumba! ¡Yo no he sido un pervertido! ¡Yo no he sido un homosexual!”. Aún así, una narración del Imperio antiguo menciona la relación amorosa entre el faraón Pepi II o Neferkara (c. 2.278 – 2.184 aC) y su general Sasenet.

   Un gusto morboso: Algunos egipcios sentían una perversa atracción por los cuerpos sin vida. Es por eso por lo que los familiares de una mujer muy bella fallecida, para evitar los actos de necrofilia, nunca entregaban los cadáveres a los embalsamadores hasta que pasaron varios días y empezara el proceso de descomposición.

Papiros subidos de tono: El Papiro Satírico de Turín muestra la única representación conocida de un prostíbulo de los tiempos faraónicos. En el burdel, los altos dignatarios de la corte y los sacerdotes del alto clero yacen con prostitutas profesionales, exhibiendo unos desproporcionados miembros viriles en erección. Cada uno de los personajes está acompañado de un breve texto que reproduce un diálogo amoroso subido de tono.

                                         Fragmentos del Papiro Satírico (erótico) de Turín


   ¿Quién manda en casa?: Desde principios de la XX Dinastía, la mujer adquirió el rango de señora de la casa. En la Instrucción para Any, del Imperio Nuevo, puede leerse: “no controles a tu mujer en su casa si sabes que es eficiente; no le digas ¿dónde está esta cosa? ¡Búscala! Si la ha colocado en el sitio correcto, deja que tus ojos te guíen en silencio y entonces reconoce su habilidad”.

   ¡A mover el esqueleto!: Todas las jóvenes egipcias estaban obligadas a saber bailar. Para la práctica de la danza se ataban una pelota a la trensa y tomaban un espejo, para luego girar y contorsionarse mientras las compañeras formaban una ronda cantando y batiendo palmas.

   Ropa insinuante: desde el Imperio Antiguo hasta mediados de la XVIII Dinastía, la mujer solía usar un vestido muy ajustado que caía desde debajo del pecho hasta los tobillos, sujetándolo por detrás con dos tirantes. A veces estos cubrían parcialmente los senos. Una imagen muy común del Imperio Nuevo es la de jovencitas desnudas que lucen como único adorno joyas o un cinturón alrededor de sus caderas. Curiosamente no hay contrapartida de muchachos desnudos, puesto que en todas las representaciones masculinas llevan cubierta la parte genital. La sexualidad masculina se mostraba en forma diferente mediante la fuerza, el poder, la caza, el prestigio o el dominio.

   Él, vino; ella, cerveza: La vitivinicultura era una ocupación masculina, mientras que la elaboración de cerveza estaba reservada a las mujeres.

   Esclavización de vientres: Un papiro de finales del Nuevo Imperio relata que una viuda llamada Rennefer crió tres hijos nacidos de una esclava que su marido había comprado. Es probable que aquella pareja no pudiera concebir y adquiriera a la joven para poder adoptar chicos.

   Un “toque” creador: Los egipcios otorgaban a la masturbación un carácter sagrado que quedó plasmado en esculturas fálicas que aluden al onanismo masculino; pero no aparece representado el femenino. Los expertos relacionan estas figuras con el mito helipolitano, según el cual Atum, el demiurgo creador, creó la primera pareja cósmica, Shu y Tefnut, por un acto de masturbación.

                                       Tefnut, Shu y Atum (de izq. a der.)


Carlos Berdún,  periodista y profesor de historia.