Egipto Caliente
(Segunda Parte)
Detalle del Papito Satírico (erótico) de Turín (época de
Ramsés II, c 1279 – 1213 aC)
Seguimos explorando las curiosidades más picantes sobre la
antigua civilización de las pirámides.
La prueba del ajo: Otro test empleado por los sun-un –así
llamaban a los médicos los antiguos egipcios– para distinguir las mujeres
fértiles consistía en colocar un diente de ajo dentro de la vagina de la
paciente durante toda la noche hasta el amanecer. Si el olor del ajo pasaba
hasta su boca, la mujer tendría un hijo; si su aliento no desprendía ese olor,
era estéril.
Boicot a los espermatozoides: Para prevenir embarazos, las
mujeres se aplicaban en sus genitales una mezcla de miel y semillas de acacia,
que poseen una alta concentración de goma arábica. Su acción era la misma que
la de los espermicidas modernos.
Divinidad bien dotada: Para aumentar su virilidad, los
hombres egipcios veneraban a Min, un dios itifálico, es decir, con el pene
erecto.
Golpes sí, pero insultos no: Los maridos del Antiguo Egipto
tenían derecho a pegarle a su mujer, así como el hermano a la hermana, siempre
que no se propasaran. Curiosamente, el insulto público a la esposa estaba
penado: el infractor estaba obligado a comprometerse ante los jueces a no
volver a vilipendiar a su mujer, bajo la pena de recibir cien azotes y de verse
privado de todo bien ganancial compartido con ella.
Trapitos al sol: El hombre casado podía tener relaciones
sexuales con otras mujeres, además de su esposa, siempre que las amantes no
estuvieran casadas; pero las mujeres no gozaban de ese privilegio. A veces, los
tribunales castigaban el adulterio con penas muy severas, que incluían los
trabajos forzados y el destierro. También se contemplaban la ablación de la
nariz y de las orejas. En algunos lugares, si el engaño no era libremente
consentido por la esposa, se lo consideraba una violación y el infractor podía
ser castigado con la castración.
Una exposición muy subida de tono: En la colección erótica
Aegyptiaca del Museo de El Cairo se conservan más de 200 piezas de arte
erótico. Predominan las figuras divinas y humanas con grandes falos en
erección. Asimismo existen figuras en las que se reconocen fácilmente actitudes
obscenas, como las mujeres sentadas exhibiendo genitales muy marcados o
reclinadas en posturas provocativas.
Grupo obsceno. Periodo Ptolemaico, c. 332-30 aC, Colección
Aegyptiaca del Museo de El Cairo
Por delante… : Los egiptólogos han clasificado las posturas
sexuales más practicadas entre las parejas egipcias a partir de piezas de arte
y representaciones artísticas. Son estas cuatro: hombre acostado encima de la
mujer, hombre arrodillado y la mujer yaciendo boca arriba, hombre arrodillado y
la mujer apoyada en sus extremidades, y mujer dándole la espalda a su
compañero, mientras ambos están acostados.
…y por detrás: Los egipcios también practicaban el coito
anal, como lo revelan las ilustraciones del Papiro Turín 55001 o Papiro
Satírico de Turín, de tiempos de Ramsés II (c. 1.279 – 1.213 aC). En este
papiro se representan al menos dos posiciones sexuales de este tipo: la
posterior, con el hombre arrodillado y la mujer apoyada en sus extremidades; y
la lateral, con la pareja reclinada sobre un costado.
Sonajero erótico: El sistro o sechechet era un instrumento
musical similar a un sonajero asociado a la diosa Hathor que primero fue
utilizado por las sacerdotisas en los ritos eróticos y después, desde la XVIII
Dinastía, lo agitaban la reina o una de las hijas del rey para tranquilizar o
estimular la fertilidad del faraón.
Opciones prohibidas: A pesar de que en la mitología egipcia
se describe un intento de violación a Horus por parte de Set, la
homosexualidad, tanto la masculina como la femenina, no estaba bien vista por
la sociedad egipcia, ya que no se correspondía con el ideal de vida familiar.
El dicho 125 del Libro de los Muertos, conocido como La Confesión Negativa,
enumera, entre aquellas acciones que el difunto debe negar haber realizado en
este mundo, que no ha tenido relaciones
sexuales con una persona de su mismo sexo. Otra negación del mismo documento
condena así la homosexualidad: “¡Oh tú, quien tiene la vista detrás de él,
quién procede de la tumba! ¡Yo no he sido un pervertido! ¡Yo no he sido un
homosexual!”. Aún así, una narración del Imperio antiguo menciona la relación
amorosa entre el faraón Pepi II o Neferkara (c. 2.278 – 2.184 aC) y su general
Sasenet.
Un gusto morboso: Algunos egipcios sentían una perversa
atracción por los cuerpos sin vida. Es por eso por lo que los familiares de una
mujer muy bella fallecida, para evitar los actos de necrofilia, nunca
entregaban los cadáveres a los embalsamadores hasta que pasaron varios días y
empezara el proceso de descomposición.
Papiros subidos de tono: El Papiro Satírico de Turín muestra
la única representación conocida de un prostíbulo de los tiempos faraónicos. En
el burdel, los altos dignatarios de la corte y los sacerdotes del alto clero
yacen con prostitutas profesionales, exhibiendo unos desproporcionados miembros
viriles en erección. Cada uno de los personajes está acompañado de un breve
texto que reproduce un diálogo amoroso subido de tono.
¿Quién manda en casa?: Desde principios de la XX Dinastía,
la mujer adquirió el rango de señora de la casa. En la Instrucción para Any,
del Imperio Nuevo, puede leerse: “no controles a tu mujer en su casa si sabes
que es eficiente; no le digas ¿dónde está esta cosa? ¡Búscala! Si la ha
colocado en el sitio correcto, deja que tus ojos te guíen en silencio y
entonces reconoce su habilidad”.
¡A mover el esqueleto!: Todas las jóvenes egipcias estaban
obligadas a saber bailar. Para la práctica de la danza se ataban una pelota a
la trensa y tomaban un espejo, para luego girar y contorsionarse mientras las
compañeras formaban una ronda cantando y batiendo palmas.
Ropa insinuante: desde el Imperio Antiguo hasta mediados de
la XVIII Dinastía, la mujer solía usar un vestido muy ajustado que caía desde
debajo del pecho hasta los tobillos, sujetándolo por detrás con dos tirantes. A
veces estos cubrían parcialmente los senos. Una imagen muy común del Imperio
Nuevo es la de jovencitas desnudas que lucen como único adorno joyas o un
cinturón alrededor de sus caderas. Curiosamente no hay contrapartida de
muchachos desnudos, puesto que en todas las representaciones masculinas llevan
cubierta la parte genital. La sexualidad masculina se mostraba en forma
diferente mediante la fuerza, el poder, la caza, el prestigio o el dominio.
Él, vino; ella, cerveza: La vitivinicultura era una
ocupación masculina, mientras que la elaboración de cerveza estaba reservada a
las mujeres.
Esclavización de vientres: Un papiro de finales del Nuevo
Imperio relata que una viuda llamada Rennefer crió tres hijos nacidos de una
esclava que su marido había comprado. Es probable que aquella pareja no pudiera
concebir y adquiriera a la joven para poder adoptar chicos.
Un “toque” creador: Los egipcios otorgaban a la masturbación
un carácter sagrado que quedó plasmado en esculturas fálicas que aluden al
onanismo masculino; pero no aparece representado el femenino. Los expertos
relacionan estas figuras con el mito helipolitano, según el cual Atum, el
demiurgo creador, creó la primera pareja cósmica, Shu y Tefnut, por un acto de
masturbación.
Tefnut, Shu y Atum (de izq. a der.)
Tefnut, Shu y Atum (de izq. a der.)
Carlos Berdún,
periodista y profesor de historia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario