Los griegos ya lo inventaron
(Primera Parte)
Comenzamos con las curiosidades más picantes de la antigua
civilización que surgió a orillas del Mar Egeo. En la antigua Grecia, se
toleraba la homosexualidad y la pederastia era una institución. Las mujeres
tenías muchos menos derechos en comparación con las egipcias; y según la polis
tenían valores tenían una idea muy diferente de familia.
Infieles, pero según con quién: El griego casado no estaba
obligado ni por ley ni por tradición a ser fiel a su esposa, hecho que no
sucedía a la inversa. Independientemente de su estado civil, el varón heleno
podía mantener relaciones con otras mujeres y jovencitos. Ahora bien, el peso
de la ley caía implacablemente sobre aquellos incautos o atrevidos que
intentaban seducir a una dama casada o a cualquier otra mujer que estuviera
bajo la potestad de un hombre, ya fuera su marido, su padre o su hermano.
Consecuencia: En tiempos homéricos tanto el marido engañado
como el tutor de la doncella que intimó con un atrevido seductor podía elegir
entre matarlo y exigir una indemnización. Eufileto optó por la primera opción, después
de sorprender a Eratóstenes en el lecho de su esposa. El acongojado amante le
propuso una compensación económica, pero Eufileto le respondió: "No te
mato yo, es la Ley del Estado la que te ejecuta".
¡Pero qué tramposo!: Un engaño frecuente en las grandes
ciudades griegas era el del marido burlado. Cuenta la tradición que un tal
Estéfano se valía de los encantos de su mujer y su hija para desplumar
forasteros. La estafa consistía en encontrar in fraganti al incauto en la cama
con su parienta, que previamente lo había seducido, y exigirle una fuerte suma
de dinero como compensación por el daño moral.
Como castigo un rábano: Con el paso del tiempo, los castigos
por adultero se suavizaron, aunque se mantuvieron vigentes en algunos pueblos
helenos. En éstos, la punición para el hombre consistía en insertarle un rábano
por el ano y depilarle las posaderas. y en otros, la infiel se exhibía con un
velo transparente atada a una columna de la plaza o del mercado y después se la
paseaba de la manera más humillante en el lomo de un burro.
Papá, papaá, papaaá!!!: Los espartanos no se preocupaban por
asegurarse la paternidad de los hijos que daban a luz sus mujeres, siempre y
cuando estuvieran sanos y fuertes para convertirse en poderosos guerreros que
los honraran.
Ligero de ropa, para correr mejor: Los atletas que competían
en los Juegos Olímpicos cubrían sus genitales con una especie de taparrabos,
pero a partir de la decimoquinta Olimpiada, en 720 aC, comenzaron a competir
completamente desnudos. Las mujeres casadas estaban excluidas de las fiestas de
Zeus en Olimpia, para evitar tentaciones de unos y otras. Además, no hay que
olvidar que los Juegos pasaban por Corinto, la ciudad de los placeres
extraconyugales.
Un enredo atlético: Como las señoras estaban proscritas en
los gimnasios y eventos deportivos, salvo en Esparta, los atletas y
acompañantes masculinos contaban con los servicios de una especie de celestina
que les buscaba amantes. La celestina, prokyklís, enredaba a mujeres cuyos
maridos estaban ausentes para citarlos a los galanes y, además, se encargaba de
buscar el nido de amor.
Efectivamente todo está en la cabeza: La primera teoría
griega sobre el origen del líquido seminal fue formulada en la primera mitad
del siglo III por Diógenes Laercio. según este filósofo, el esperma se forma en
el cerebro y fluye de éste den forma de gotita, stagón ekefalou.
Las que enseñan los muslos: Las mujeres espartanas vestían un
khitón -especie de túnica recta- provisto de una sensual abertura lateral que
dejaba ver los muslos fugazmente con cada paso. Esta moda hizo que las
muchachas de Esparta fueran conocidas como phainomerides, las que enseñan los
muslos. Pero su atrevimiento no quedaba limitado a su vestido, ya que las
jóvenes no mostraban ningún pudor en mostrarse semidesnudas en la palestra,
mezcladas con los varones. está afición al nudismo llamó la atención al resto
de los griegos, que utilizaron el modismo "hacer el dorio" como
sinónimo de quedar desnudo.
Ellos sí, ellas no: En el Grecia arcaica y clásica, la
carrera era una competición atlética esencialmente viril y, salvo excepciones,
las carreras femeninas resultaban opuestas a los cánones de comportamiento, que
en la sociedad ateniense reclamaban recato e inmovilidad de la mujer. Incluso
desde el estamento médico se argumentaba que el impulso a saltar y correr
agitadamente de una mujer era un síntoma enfermizo al que estaban expuestas las
vírgenes que no se casaban cuando les llegaba la hora, así como las esposas que
no lograban concebir.
Mujeres con mucho arte: En el siglo IV aC, surge la figura
de la hetaria, la mujer que hace de la práctica del amor un arte. Se trataba de
amantes de lujo que eran mantenidas por hombres adinerados con el propósito de
poder tener relaciones sin el compromiso formal del casamiento. Una de las más
famosas fue Friné, la inmortalizada en el mármol por Praxíteles para la estatua
de Afrodita. Nacida en Tespia, Beocia, esta bella e inteligente mujer pasó de
cuidar cabras en su niñez a deleitar a los atenienses con un espectáculo
erótico que podría ser considerado como el predecesor de los actuales shows de
strip-tease. En las fiesta de Poseidón se situaba en lo más alto del templo y,
ante todo un pueblo ávido y curioso, comenzaba a bajar la escalinata
despojándose de la ropa prenda por prenda. Ya completamente desnuda, corría
hacia la playa, se sumergía en el mar y surgía de las aguas como una nueva
Afrodita. Eutias, un galán que no consiguió sus favores, la acusó de realizar
una sacrílega parodia de los misterios de la diosa Deméter, delito que se
castigaba con la muerte. Friné se libró del castigo gracias a la intervención
de Hipérides, que pidió a los jueces que se dignasen a contemplar a la acusada:
"Comprenderían, ¡oh jueces!, que una belleza tan sobrehumana no puede ser
impía". El tribunal aceptó y Friné apareció ante el jurado vistiendo una
liviana y transparente túnica. Se dice que Hipérides exclamó: "¡Vamos! ¿No
les dolería lanzar a la muerte a la misma diosa Afrodita?". Lo que vieron
debió ser muy convincente porque terminaron absolviéndola.
Salió por la puerta grande: Otra famosa hetarea, capricho de
Demóstenes, amante de Alcibíades y de Aristipo, discípulo de Sócrates, fue la
bellísima Lais de Corinto. De pequeña ya sirvió como modelo para esculpir una
estatua de Afrodita y a los 17 años ya había tenido tantas historias amorosas
con atenienses influyentes que decidió regresar a su ciudad natal. Al llegar, como
correspondía a su condición de hetaria fue a ofrendar una corona de flores a
Afrodita. Aquel día, el templo estaba lleno de prostitutas y los cronistas
afirmaron que cuando Lais entró en el templo, todas las cortesanas le abrieron
paso, impresionadas por su belleza. Después de la ofrenda floral, la hetaria se
despojó de la túnica y su figura deslumbró a todos los presentes.
Chicas, a filosofar: Los respetados filósofos eran los más
deseados por las hetareas que buscaban un amante socialmente acomodado. Para
seducirlos, Aspasia, vieja feminista de Megara, natural de Mileto, abrió una
escuela donde cientos de jovencitas tomaban clases de filosofía y artes
amatorias. Como buena maestra, Aspasia, logró que Pericles, discípulo de
Anaxágoras y líder político de Atenas, cayera en sus brazos locamente
enamorado, lo que causó revuelo social. Abandonó a su esposa Crisila, con la
que había tenido dos hijos para unirse a la hearea filósofa.
La hora de la manicura: Los libertinos atenienses, antes de
visitar a una afamada hetarea, se hacían ondular el cabello y se cortaban y
limaban las uñas con especial esmero.
Recaudando fondos: Cuenta Heródoto que las jóvenes casaderas
de Lidia completaban su ajuar aceptando propuestas amorosas.
Si hay cariño, no hay pasión: Los griegos de la época
clásica consideraban la pasión y el cariño sentimientos distintos e
incompatibles. Los hombres que creían que el enamoramiento era cosa de mujeres
y un sentimiento enfermizo y esclavizador, no concebían la libido dentro del
matrimonio y consideraban que sexo conyugal como un trabajo o una obligación
para engendrar hijos y nunca como un acto placentero. Lo más que llega a sentir
el esposo por su compañera es cariño, philía, que excluye el amor pasional,
eros.
¡Feliz cumpleaños!: Las mujeres helenas empezaban a festejar
sus cumpleaños después de la fecha de la boda.
Siguiendo la pista de la eyaculación femenina: La antigua
medicina griega propuso la existencia de un semen femenino, puesto que en las
disecciones se encontraron con dos testículos -los ovarios- en el interior de
la cavidad abdominal y, por simple comparación y semejanza, se pensó que
creaban un esperma que se vaciaría por las trompas y de ahí llegaría a la
matriz. Durante el coito, la mujer los eyacularía dentro de la cavidad vaginal.
El legado de mamita: Las prostitutas empezaban a ejercer su
oficio a los 12 años y en muchos casos heredaban su oficio de sus madres. El
sueño de toda iniciada en las artes amatorias era convertirse en una rica y
educada hetarea.
Sólo para hombres: Los maridos y amigos se reunían en el
andrón, la zona masculina de la casa, para celebrar orgiásticos banquetes
privados de los que sus mujeres quedaban excluidas.
Carlos Berdún,
periodista y profesor de historia.
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