Los griegos ya lo inventaron
(3ra. parte)
Grecia fue la cultura que más ha influenciado al mundo
occidental. Sin embargo aún hoy para ciertas personas extremadamente
conservadoras las costumbres sexuales de este pueblo son un tema tabú. Si bien
las sociedades occidentales han aceptado respetar la libertad sexual para la
gente homosexual y en general una liberación sexual femenina, estos informes
buscan contribuir a a abrir la mente de algunas personas, que sepan que lo que
ellos consideran "inmoral" o una "depravación de la
sociedad" ya en Grecia eran comunes y aceptados por la gran mayoría de
gente (sobre todo, los más educados y sabios).
de maravillosos poderes, regalo de Ares,
padre de las
amazonas. Admeta, la hija de
Euristeo, deseaba fervientemente dicho
ceñidor, se le
encargó a Heracles la tarea de
conseguirlo, siendo
así su noveno trabajo.
Con el cinturón, o sin él: Un elemento erótico de la
vestimenta femenina, comparable a las ligas o al portaligas moderno, era el
ceñidor, un cinturón que resaltaba la figura corporal y, en ciertos casos,
disimulaba los rollitos. Los poetas utilizaban la metáfora "soltar el
ceñidor" para referirse a la pérdida de la virginidad, cosa que sólo debía
suceder después del matrimonio (en las niñas bien). Las jóvenes espartanas,
igual que las demás griegas, se conservaban hasta las nupcias, aunque, mientras
llegaba el momento, disfrutaban de otros tipos de prácticas sexuales sin
penetración.
Ante el tocador: Sólo las mujeres de clase y las prostitutas
se maquillaban. Las humildes y esclavas no tenían dinero ni tiempo para ponerse
delante de un espejo.
peliké ática de figuras
rojas de Polignoto,
c.430 a. C.
La dama de los aromas: Los griegos, tal vez influenciados
por los orientales, se aficionaron al uso de perfumes y los utilizaban con
diferentes propósitos. En Referencia a una prostituta fina (Ateneo, IV, 229 aC)
puede leerse lo siguiente: "Se perfumaba la piel para atraer a los amantes
y rociaba las piernas con nardo de Tarsos y metopión de Egipto. Recubría sus
axilas con menta y sus cejas con mejorana de Cos y sahumaba su cabellera con
incienso. El ungüento de Chipre corría entre sus senos y el licor de rosas de
Feselis perfumaba su nuca y sus mejillas. Se aplicaba esencia por la cintura
antes de entregarse por cien dracmas".
¡Esos pelitos que sobran!: A los hombres griegos les
gustaban las damas depiladas. A las mujeres helenas les resultaba difícil complacer a los galanes, ya que por
naturaleza eran muy velludas. La depilación entonces era un suplicio. Para
despejar el monte de Venus, las piernas, los brazos y las axilas se usaban
diferentes métodos: aplicaban ceniza caliente, quemaban ligeramente el vello
con la llama de una lámpara, mitigando las quemaduras para una esponja húmeda,
y las más finas, arrancaban los pelos con pinzas. No obstante, la mayoría
optaba por la navaja de afeitar, una pieza de tocador de uso exclusivo para las
mujeres y para los sodomitas pacientes (homosexuales pasivos), que también se
depilaban.
Mito y realidad de la pederastía: En la época clásica, la
pederastía institucionalizada era propia de las clases aristocráticas,
principalmente de Esparta y Creta. También era frecuente en los ejércitos y en
los círculos más elitistas de Alejandría, Cos y Atenas. En cualquier caso, el
amante adulto, o erastés, se hacía cargo durante un tiempo del adolescente, el
erómenos, para su completa instrucción moral y militar. Entre ambos se
establecía un cortejo que seguía reglas definidas y cuyo alcance es debatido
aún hoy por los especialistas. Para algunos se trataba de un amor platónico que
no iba más allá de la amistad, y para otros de una relación sodomítica.
Éstas son algunas curiosidades relacionadas con la
mitificada pederastía griega:
Parece ser que su práctica se remonta a la Grecia arcaica:
en Creta el joven era raptado previo aviso por el erastés en un secuestro
ritual. Si ambos eran de la misma clase social, los familiares del erómenos
fingían perseguir al raptor, pero si el joven pertenecía a un sustrato
inferior, el muchacho podía ser secuestrado de mala manera. El adolescente
recibía de su amante una verdadera educación que se complementaba con la
convivencia en el círculo de amistades del erastés. Primero era conducido al
andreion -una especie de comedor comunal- del incitador, para luego irse juntos
al campo, donde vivían durante dos meses en una suerte de luna de miel. A la
vuelta el efebo era solemnemente recibido y su amante le obsequiaba tres
regalos: una copa, un buey y una armadura. desde entonces era su escudero.
La edad promedio de los jóvenes seleccionados era de 12
años, en principio no por su belleza, sino por sus aptitudes; y se los
consideraba demasiado maduros a los 18. Incluso eran descartados los púberes a
los que se les adelantaba la aparición del vello corporal y el cambio de voz.
Según Plutarco, el propio Solón, amante de Pisístrato, ensalsó el amor a los
imberbes de la siguiente manera: "Amarás a los muchachos hasta que sus
pelos escasos cubran su barba. hasta entonces gustarás de su dulce aliento y de
sus muslos".
Los adultos que preferían relacionarse con jóvenes de mayor
edad -boúpais- eran socialmente despreciados, tildados de pervertidos y de
sodomitas pacientes, y también se los conocía peyorativamente como
philoboúpais.
Muchos adultos deseosos de carne joven iban a la palestra o
al gimnasio comunal para contemplar el cuerpo in púbirus de los adolescentes.
Se los conocía popularmente como paidopípes, es decir mirón de muchachos. Para
evitar situaciones comprometidas, la ley Bórea del siglo II prohibió el acceso
a los gimnasios e incluso merodear por sus alrededores a los ciudadanos de
edades comprendidas entre la mayoría de edad y los 25 años, que eran llamados
meniskoi.
En el mundo castrense, el esrastés y su efebo sellaban antes
de la batalla un juramento por el cual se comprometían a luchar con honor y
asistirse mutuamente durante la lucha.
Los socráticos pensaban que un ejército invencible sería
formado por parejas de amantes varoniles, una situación que sucedió de hecho en
el batallón selecto de Górgidas, que Pelópinas convirtió en sagrado y al que
debió Tebas su fugaz hegemonía.
Aunque todo esto estaba legislado, el orgullo viril y los
celos creaban, a veces, grandes problemas políticos, como el que organizaron en
el año 514 aC Aristogitón y su amado Armodio, que estaba asediado por Hiparco.
Es el caso también de Antileón, que mató al tirano Hiparnio; y el de Caritón y
Melanipo, que conspiraron contra Fálaris de Agrigento.
Cicerón al describir las costumbres espartanas indica que se
esperaba que los intercambios amorosos ocurrieran justo antes de la
consumación: «Los lacedemonios permiten todas las cosas a excepción de la atroz
hybris en el amor con los jóvenes, ciertamente distinguen lo prohibido de lo
permitido con una fina línea de separación y permiten abrazos y tocamientos a
los amantes.» Sin embargo los atenienses, enemigos de los espartanos, llamaban
a la sodomía «el estilo lacedemonio» que ha llegado hasta hoy con la expresión
el vicio lacedemonio. Las fuentes literarias son incluso más subidas de tono,
especialmente en la comedia antigua. Por ejemplo Aristófanes en su obra La paz,
parodia el rapto de Ganímedes por Zeus convertido en águila, hay un personaje
cabalgando sobre un escarabajo pelotero hacia el Olimpo, una burla escatológica
del sexo anal. Algunos historiadores modernos han concluido que probablemente
dependería de cada pareja que las relaciones sexuales fueran completas o no.
Múltiples teorías intentan explicar el origen de esta
tradición. Una escuela de pensamiento, representada por Bernard Sergent,
sostiene que el modelo de la pederastia griega evolucionó a partir de los ritos
de paso a la edad adulta indoeuropeos, los cuales a su vez tenían sus raíces en
las tradiciones chamanísticas neolíticas. Según otra explicación, expuesta
por académicos ingleses como William Percy, la pederastia surgió en la antigua
Creta alrededor del año 630 aC como un medio de controlar la natalidad,
retrasando la edad promedio del matrimonio de los hombres hasta la treintena.
Otra teoría explica la pederastia desde el punto de vista que tenía la
aristocracia masculina griega sobre los sexos: los griegos se consideraban como
una raza ilustrada, pero no incluían a las mujeres en tal definición. Por lo
tanto, sólo podían establecer una relación amorosa entre iguales con otro
hombre igualmente ilustrado.
Carlos Berdún, periodista y profesor de historia
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