(Primera Parte)
Minden, 1375. El tema de Adán y Eva
daba la ocasión más
habitual de
representación de desnudos durante
la Edad Media.
La cristiandad convirtió en pecado y prohibió la
masturbación, la homosexualidad, el incesto, el estupro, el amancebamiento, el
adulterio y otros asuntos matrimoniales. En cualquier caso, la vivencia de la
sexualidad y la desnudez del cuerpo tuvo tratamientos muy distintos en cada
época y lugar; y diferentes expectativas para cada nivel social (se consideraba
que era propio de los campesinos un comportamiento animal, es decir, natural, y
se pretendía que los nobles y clérigos tuvieran más voluntad para controlar sus
instintos). La erradicación de la prostitución no se concebía posible, dado lo
inevitable del pecado, y su papel de mal menor que evitaba que el deseo
irrefrenable de los varones fuera en contra del honor de las doncellas y las
mujeres respetables. Por lo general, los historiadores suelen coincidir que el
periodo de la Plena Edad Media fue una etapa de mayor libertad de costumbres de
lo que normalmente se piensa.
Creencias inhumanas: Los católicos del siglo V propugnaron
con "sólidos argumentos" que la mujer no tenía espíritu moral e
incluso debatían si la hembra de nuestra especie era humana.
Las relaciones condicionadas: Durante las llamadas
"Edades Oscuras" medievales (c. 385 - 1.000), el sexo dentro del
matrimonio cristiano debía practicarse siguiendo reglas muy estrictas. Por
ejemplo, el sexo oral y anal eran pecado mortal, y el coito debía practicarse
sólo en una posición, el hombre arriba con actitud dominante y la mujer abajo,
dejándose llevar con sumisión. También
era obligatorio reprimir el deseo desmesurado o voluptas, las fantasías
sexuales -delectio fornicationis-, las caricias y los contactos -contactus
partium corporis-, ya que constituían un placer innecesario para la
procreación. El acto sexual no podía hacerse nunca con la menstruación ni
durante la penitencia en sábados, miércoles, viernes y días de fiestas
religiosas.
A fuego lento: En la España medieval, los matrimonios que
abortaban eran enviados a la hoguera.
Misoginia medieval: En el siglo X, el religioso Odón de
Cluny (879-942), hijo de un noble turinés, lanzó a sus monjes la siguiente
arenga misógina para prevenirlos de la atracción femenina: "La belleza del
cuerpo sólo reside en la piel. En efecto, si los hombres vieran lo que hay
debajo de la piel, la visión de las mujeres le daría náuseas... Puesto que ni
con la punta de los dedos toleraríamos tocar un escupitajo o un excremento,
¿cómo podemos desear abrazar este saco de heces?".
¡Claro que importa el tamaño!: Los legisladores españoles
del medioevo podían anular un matrimonio si el marido demostraba que su mujer
era frígida o estrecha. ahora bien, si la mujer repudiada se casaba con otro
hombre y lo satisfacía sexualmente, el legislador debía divorciarla de nuevo y
casarla con el primer marido. Para evitar suspicacias y errores judiciales,
Alfonso X el Sabio (1.221-1.284), rey de Castilla y de León (1.252-1.284),
estableció el código legislativo denominado "Las Partidas" un examen
previo de los varones implicados: "Se debe mirar si son semejantes o
iguales aquellos miembros que son menester para engendrar, y si comprobaren que
el primer marido no lo tiene mucho mayor que el segundo, entonces la deben
tornar al primero, pero si el primer marido tuviera un miembro tan grande que
de ninguna manera pudiera conocerla carnalmente, sin gran peligro para ella,
aunque hubiere quedado con él, no la deben separar de su segundo marido porque
parece claro que el obstáculo que había entre ella y su primer marido duraría
siempre".
Santuario Maria Witterschnee (Viena)
Una expulsión fuera de lugar: En 1.254, el rey Luis IX
decretó el destierro de todas las prostitutas de Francia, pero cuando comenzó a
aplicarse el Edicto se observó un aumento del negocio en forma clandestina, lo
que indujo a revocarlo en 1.256. Un nuevo decreto especificaba en qué zonas de
París podían vivir estas mujeres y reglamentaba su forma de actuar, la ropa que
podían usar y las insignias que las caracterizaría. Además, se las sometía a
una inspección y control por parte de un magistrado policial, que vulgarmente
era conocido como "el rey de los alcahuetes, mendigos y vagabundos".
En su lecho de muerte, Luis IX aconsejó a su hijo que renovara el "Decreto
de Expulsión", cosa que éste hizo con resultados igualmente desastrosos.
Generación espontánea: Una creencia popular aseguraba que si
se plantaban los pelos de una mujer menstruante en estiércol se engendraba,
gracias al calor del sol, una enorme y despreciable serpiente.
enseñando, imagen extraída de
'La Chirurgie de Maitre Henri de Mondeville'.
Aires de placer: A comienzos del siglo XIV, Enrique de
Mondeville, cirujano de los reyes de Francia Felipe I y Luis X, al examinar el
clítoris de la mujer vio en él la extremidad de la uretra y comparó el capuchón
de piel que lo protege con la campanilla de la garganta que, según el doctor,
modifica el aire que entra en los pulmones. Para Mondeville, el clítoris venía
a ser un filtro que seleccionaba los olores y el aire que ascienden por sus
conductos. En el medioevo, se creía que
la mujer tenía un poder especial para captar y absorber las exhalaciones
telúricas, hasta el punto de que el mismo Alberto Magno (1.200-1.280) citó el
caso de una mujer que, según su propia confesión, obtenía placer con la acción
del viento.
En el buen camino: En la Baja Edad Media (1.250-1.500), a
las prostitutas profesionales u ocasionales que deseaban dejar el oficio, ya
fuese por ser mayores u otros motivos, les resultaba muy difícil su reinserción
laboral. En el año 1.198, Inocencio III advirtió que casarse con una meretriz
constituía una buena obra, ya que de ese modo se la ayudaba a abandonar una
vida pecaminosa. Siguiendo los consejos papales, se crearon numerosas
fundaciones como la de Halle, a través de la cual "píos muchachos tomaban
en matrimonio a la pecaminosa". Y en Alemania, los miembros de la orden de
la Magdalena fundaron la llamada Casa de las Almas, que recibía a prostitutas
arrepentidas bajo un régimen similar al de un convento, salvo que no estaban
obligadas a hacer voto de castidad. De hecho, algunas mujeres abandonaron este
centro de rehabilitación como honradas prometidas de respetables burgueses.
El coleccionista de damas: En la España musulmana, los
emires incorporaban a sus harenes a mujeres españolas, preferiblemente
jovencitas de alta alcurnia, como muestra de su superioridad. Quizás peste fue
el motivo de la boda entre un jefe militar árabe y una de las hijas del conde
visigodo Tedomiro, señor de la Cora de Tudmir, para que la ocupación de las
tierras murcianas fuese pacífica; también de la entrega de un centenar de
doncellas nobles por parte de un rey cristiano de Asturias derrotado en la
batalla; y el del regalo que le hizo un rey de León al soberano de Córdoba para
sellar la paz, que no fue otro que una de sus hermanas, joven y virgen.
Bueno, pero con efectos secundarios: A pesar de que
reconoció que el sexo puede reportar beneficios para la salud, el médico y
traductor italiano Constantino el Africano destacaba en su obra "Liber de
coitu" (siglo IX) que la práctica sexual tiene algunos efectos secundarios
indeseables: entre otros, tristeza, hinchazón del vientre, dolor de cabeza,
audición de sonidos agudos, debiliad, temblores, contracciones y olor corporal
desagradable.
Carlos Berdún, periodista y profesor de historia.
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