(Segunda Parte)
Seguimos conociendo las curiosidades sobre la vida sexual en
la antigua Roma.
Una familia numerosa impuesta por la ley: La fórmula
jurídica del matrimonio romano definía éste por su finalidad, que no era otra
que la procreación. Las mujeres romanas estaban obligadas a engendrar tres o
cuatro hijos: tres hijos para la nacida libre y cuatro para la manumisa, la
esclava que había alcanzado la libertad.
Se busca con urgencia una pareja...: Augusto se tomó muy en
serio el tema del matrimonio y la procreación. Las leyes agustinianas
prohibieron que recibiesen legados los hombres no casados entre los 20 y los 60
años, así como las mujeres célibes, incluidas las viudas y divorciadas entre
los 18 y los 50 años. Hombres y mujeres debían estar casados y tener por lo
menos el primer hijo a los 25 y 20 años respectivamente. Las viudas debían
volver a desposarse un año después de enviudar, y las divorciadas, a los seis
meses.
... y queremos tener un hijo ya mismo: Para cumplir con las
leyes reproductoras, las parejas buscaban con ahínco los tres hijos de rigor,
hasta el extremos de contabilizar los neonatos fallecidos al tercer día del
alumbramiento. Los padres estériles iban desesperados a los santuarios para
rogar a los dioses que les concedieran un hijo. Por su parte, las mujeres,
cuando las plegarias no surtían efecto, ingerían remedios contra la esterilidad
tan peligrosos como los venenos abortivos. Por ejemplo, en plena época
cristiana, la emperatriz Eusebia, esposa de Constancio II, murió a causa de una
pócima fertilizante, curiosamente después de
que provocase la muerte del hijo de Helena -esposa del futuro emperador
Juliano- y de que hiciera ingerir un remedio mortal a la propia Helena.
Beso a la romana: Los romanos distinguían tres tipos de
besos: el osculum, que se da en la mejilla entre amigos; el basium, en los
labios, y el suavem, que se dan los amantes.
Un verdugo a la romana: Para no contradecir el mandato que
impedía la ejecución de mujeres vírgenes, Tiberio ordenó que antes fueran
violadas por el verdugo.
Monedas que representan a Octavia (izq.) y Popea (der.)
Celos hasta la muerte: La emperatriz romana Octavia, hija de
Claudio I y Mesalina, se casó con su hermanastro Nerón (37-68). El matrimonio
no se consumó y, después de ser coronado emperador, la repudió para unirse a su
amante Popea Sabina. Ésta debido a los celos, acusó a Octavia de adulterio y el
emperador la envió a la isla de Pandataria -hoy Ventotene-, donde fue
ejecutada. Años más tarde, Popea murió debido a la violencia de Nerón.
Servidas en bandeja: Desde la República, las esposas de la
alta sociedad romana no sólo no tenían inconveniente en que sus cónyuges se
distrajeran con esclavas, generalmente muy jovencitas, y concubinas, sino que
ellas mismas elegían las amantes de su esposo. Sin ir más lejos, Livia, a la
que Augusto amaba verdaderamente, proporcionaba al emperador las doncellas para
que intimaran con él. Y las esposas del África romana, al consagrarse, al
servicio de la diosa Ceres africana, se abstenían de tener relaciones sexuales
y proporcionaban amantes a sus maridos para tal fin.
Del latín, bellota: Los romanos llamaron al extremo del pene
glande, que significa bellota.
Teodosio, grabado alemán de 1836.
Primera cruzada anti gay: Con la llegada del cristianismo al
poder, aunque quizá un poco antes, cualquier expresión de amor homosexual se
convirtió en tabú y se proscribió su práctica. En 390 Teodosio I proclamó una
ley prohibiendo definitivamente todas las relaciones sexuales con los del mismo
sexo, castigándolas con la pena de muerte. Y la condena se mantendría en la
legislación de Justiniano I. Las circunstancias que provocaron la masacre de Tesalónica
al final del siglo IV dan una prueba de que incluso en la era cristiana la
homosexualidad era todavía aceptada por gran parte de la población aunque
estuviera oficialmente perseguida. Todo ocurrió cuando un popular auriga fue
acusado de acoso sexual a un funcionario del emperador y fue arrestado. La
ciudad se sublevó para pedir su liberación, demostrando que la homosexualidad
no era vista como un delito en esta parte del imperio.
Más castigo del debido: Las condenadas más bonitas pasaron
por la alcoba de Tiberio antes de ser ejecutadas. El emperador las sometía
durante la noche a denigrantes vejaciones y por la mañana las llevaba hasta el
acantilado más abrupto y las hacía arrojar al mar. Tiberio también disfrutaba
viendo cómo torturaban en los genitales a los hombres encerrados en las
mazmorras, y los colmaba de vino antes de sufrir la misma muerte.
El arco en la palabra: El vocablo fornicar deriva del latín
fornice, que significa "curvatura interior de un arco", que ya bajo
las bóvedas de los puentes y callejones era donde se podía contar con los
servicios de una lupae, prostitutas callejeras que trabajaban en esos lugares.
De noche y a oscuras: En la Roma republicana las mujeres
nunca se desnudaban por completo delante de su maridos y sólo hacían el acto
sexual por la noche y en sitios completamente oscuros.
La juventud de Baco, William-Adolphe Bouguereau (1884).
La degeneración de una fiesta al dios del vino: En el siglo
II antes de Cristo, las Bacanales eran las ceremonias báquicas en las que las
mujeres daban rienda suelta a sus sentimientos con un erotismo férreamente
producida en la vida cotidiana. Con el tiempo, la fiesta se convirtió en
banquetes interminables regados con mucho vino, que desembocaban en la práctica
de sexo grupal y que con frecuencia terminaban en violencia y muertes. Los
iniciados, eran seducidos a la fuerza y ejecutados sin contemplaciones cuando
se negaban a complacer sexualmente a sus acosadores poderosos. El Senado
prohibió esta fiesta popular en el año 186 aC y detuvo a más de 7.000 personas
acusados de cometer abusos de todo tipo.
¡Pero qué bestias!: El bestialismo era una atracción
bastante común en el circo romano. Los animales, desde toros y jirafas, hasta
cebras, monos y leopardos, eran entrenados para que copularan con mujeres en la
arena. Si éstas se negaban, los animales llegaban literalmente a violarlas
inducidos por sus entrenadores.
Carlos Berdún, periodista y profesor de historia.
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